Cuando se cumplen setenta años del editorial de Uslar Pietri donde nos habla de la necesidad de sembrar el petróleo, es casi unánime la opinión de que la siembra no se ha conseguido todavía, que van cien años de explotación petrolera y el país aún espera por la siembra del petróleo. ¿Qué pasó? ¿Por qué el país ha fracasado en esta empresa donde le va la vida? Busquemos una respuesta.
Nosotros pensamos que hay dos maneras de sembrar el petróleo: una, que fue exitosa, es la de los proyectos que hegemonizaron la renta petrolera, desde su aparición. Todos estos proyectos, desde el adeco del cuarenta y cinco, el de Pérez Jiménez, el del Pacto de Punto Fijo, todos, tenían dos características comunes: intentaban desarrollar Capitalismo interno, y no rompían la dependencia con Estados Unidos. Es decir, sembraban el petróleo en el territorio capitalista. Y para el Capitalismo imperial, que necesariamente arrastra a los capitalismos periféricos, la siembra del petróleo significaba energía barata, la creación de una elite sumisa que les garantizara el suministro y la tranquilidad del país, y una pequeña burguesía transculturizada que sirviera de colchón ideológico a cualquier intento de cambio. Por supuesto que esta siembra fue exitosa, cumplió su papel: favoreció al imperio, aunque plagó de miseria espiritual y material al país.
Está pendiente el otro proyecto, el de sembrar el petróleo al servicio de los humildes, de hacer un país donde el desarrollo de las potencialidades del hombre no tenga más limitaciones que las cualidades individuales, donde la riqueza de algunos no signifique la miseria de muchos. En resumen, construir el Socialismo.
Estamos viviendo a cien años de la era petrolera venezolana, una época estelar. Tenemos la oportunidad de concretar la siembra del petróleo en beneficio de los humildes, tenemos la oportunidad de emprender la construcción del Socialismo. Muchísimo hemos avanzado en ese camino, y grandes son los obstáculos para seguir transitándolo.
El gran aporte de esta Revolución bolivariana y del comandante Chávez, es, sin duda, haber puesto en la primera línea de la batalla política la posibilidad y la necesidad del Socialismo. Hoy, por primera vez en la historia nuestra, la batalla se plantea, verdaderamente, entre Socialismo y restauración capitalista.
Es deber de los revolucionarios apoyar al Comandante Chávez en el empeño de avanzar hacia el Socialismo. Todo nuestro esfuerzo, nuestra capacidad de crítica, de vigilancia revolucionaria, debe estar al servicio de la construcción socialista. El estudio debe ser permanente para poder discernir: qué nos ayuda, y qué nos perjudica en el avance. La Patria, la Revolución, el Comandante, necesitan de nuestro aporte, no hay cabida para revolucionarios pasivos, todos debemos ser críticos, activos y disciplinados.
¡Sólo el Socialismo salva al pueblo!
¡Chávez es socialismo!
Nosotros pensamos que hay dos maneras de sembrar el petróleo: una, que fue exitosa, es la de los proyectos que hegemonizaron la renta petrolera, desde su aparición. Todos estos proyectos, desde el adeco del cuarenta y cinco, el de Pérez Jiménez, el del Pacto de Punto Fijo, todos, tenían dos características comunes: intentaban desarrollar Capitalismo interno, y no rompían la dependencia con Estados Unidos. Es decir, sembraban el petróleo en el territorio capitalista. Y para el Capitalismo imperial, que necesariamente arrastra a los capitalismos periféricos, la siembra del petróleo significaba energía barata, la creación de una elite sumisa que les garantizara el suministro y la tranquilidad del país, y una pequeña burguesía transculturizada que sirviera de colchón ideológico a cualquier intento de cambio. Por supuesto que esta siembra fue exitosa, cumplió su papel: favoreció al imperio, aunque plagó de miseria espiritual y material al país.
Está pendiente el otro proyecto, el de sembrar el petróleo al servicio de los humildes, de hacer un país donde el desarrollo de las potencialidades del hombre no tenga más limitaciones que las cualidades individuales, donde la riqueza de algunos no signifique la miseria de muchos. En resumen, construir el Socialismo.
Estamos viviendo a cien años de la era petrolera venezolana, una época estelar. Tenemos la oportunidad de concretar la siembra del petróleo en beneficio de los humildes, tenemos la oportunidad de emprender la construcción del Socialismo. Muchísimo hemos avanzado en ese camino, y grandes son los obstáculos para seguir transitándolo.
El gran aporte de esta Revolución bolivariana y del comandante Chávez, es, sin duda, haber puesto en la primera línea de la batalla política la posibilidad y la necesidad del Socialismo. Hoy, por primera vez en la historia nuestra, la batalla se plantea, verdaderamente, entre Socialismo y restauración capitalista.
Es deber de los revolucionarios apoyar al Comandante Chávez en el empeño de avanzar hacia el Socialismo. Todo nuestro esfuerzo, nuestra capacidad de crítica, de vigilancia revolucionaria, debe estar al servicio de la construcción socialista. El estudio debe ser permanente para poder discernir: qué nos ayuda, y qué nos perjudica en el avance. La Patria, la Revolución, el Comandante, necesitan de nuestro aporte, no hay cabida para revolucionarios pasivos, todos debemos ser críticos, activos y disciplinados.
¡Sólo el Socialismo salva al pueblo!
¡Chávez es socialismo!
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