8.6.06

EL SILENCIO

Nos llega una noticia que, al no ser desmentida, toca a alarma general. Dice la prensa, que la Asamblea Nacional aprobó en primera discusión una ley que autoriza la privatización de las cárceles. Se trata de un golpe noble a la revolución bolivariana, y una indicación inequívoca que vamos extraviando el camino. Veamos
Las revoluciones, ya lo dijo el Che, se fundamentan en la conciencia revolucionaria, es decir, en la conciencia del deber social. Sin conciencia del deber social no es posible una revolución. La revolución bolivariana, definida por el presidente Chávez como una revolución rumbo al Socialismo, tiene que elevar la conciencia del deber social, de no hacerlo se producirá, necesariamente, una restauración con altas posibilidades de una transición fascista.
En la tarea de la construcción de esa conciencia la revolución puede cometer errores, serán corregibles. Lo que no puede permitirse la revolución es ignorar la lucha interna, hacerlo es dejar el campo abierto a las tendencias antisocialistas y entregar el proceso con los ojos vendados en las fauces de los neocapitalistas.
No hay duda, la aprobación de esta ley nos evidencia la existencia de una corriente interna restauradora y antisocialista, que le está haciendo mucho daño a la revolución. Están restaurando la economía capitalista, y también la conciencia capitalista; le están dando golpes mortales al Rumbo al Socialismo.
Privatizar las cárceles es transformar claramente, sin tapujos, a seres humanos en objetos, en piezas, en mercancías, y entregarlos a la voracidad de la empresa privada. Un duro golpe al empeño de transformarnos en una sociedad donde el humano esté en el centro de todos los afanes, un duro golpe al Socialismo. Pero, además, es reconocer que la empresa capitalista puede resolver mejor que la sociedad, que el socialismo, los problemas de todos. Es la capitulación de la revolución, es claudicar del camino revolucionario y tomar el atajo de la más grosera restauración neoliberal.
La aprobación de esa ley en La Asamblea Nacional, es muestra de que existe una agresiva corriente restauradora, antisocialista, en el interior de la revolución bolivariana, una corriente francamente neoliberal. El combate a estas desviaciones debe ser nuestro objetivo en la necesaria batalla de ideas.
Esta corriente tiene como una de sus principales armas el chantaje de la proximidad de las elecciones y la supuesta necesidad de mantener la unidad. De esta manera, consiguen una especie de impunidad para avanzar a pasos acelerados en la restauración.
Los revolucionarios estamos cometiendo un grave error con el silencio y la inercia. La revolución no puede suspenderse para retomarse luego. Eso nos aísla de las masas, y cuando pretendamos volver, cuando pidamos al pueblo que nos acompañe en el camino socialista, estará atrapado por la conciencia capitalista y será nuestro enemigo.
¡Unidad socialista!
¡Avances del capitalismo, son retrocesos del Socialismo!
¡Solo el Socialismo salva al pueblo!
¡Chávez es socialista!
¡Socialismo o muerte!

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