La
lucha revolucionaria es infinita porque tiene meta elevada, similar al
horizonte de la tierra o el final del arco iris, inalcanzable, pero tiene la
cualidad de aguijonear la marcha eterna. En esa búsqueda el género humano
tiende a la perfección y la lucha adquiere sentido humanista, otorga razones
supremas a la existencia.
Las
metas subalternas, las que sumergen a los pueblos en la nimiedad, en el
aburrimiento de una existencia sin brillo, en el día a día sin sentido,
transforman al hombre en un hombrecillo con ocupación de hormiga, en rebaño del
comercio. Esas metas deben ser convertidas en peldaños de la gran escalera de
la conciencia de humanidad que sirve para tocar las cumbres donde baten los
vientos frescos de la vida plena, de la realización en especie armónica con la
naturaleza.
Si
los pueblos se confinan en la búsqueda de lo pequeño, en la solución siempre
efímera de los problemas cotidianos, si los gobernantes se limitan a lo que
ahora llaman gestión, estarán esclavizados en espejismos que aparentan
soluciones, y sólo son movimientos inútiles en la superficie, no buscan las
causas profundas de los males sociales, sólo cambian lo que debe ser cambiado
para que todo continúe igual.
La
lucha revolucionaria se resume en hacer comprender al hombre que para alcanzar
la verdadera condición humana, de hombre integrado, la que yace en el fondo de
su esencia biológica, debe ir a las causas que lo transforman en una especie
forajida, enemiga de la vida. Es necesario que transmute su existencia en una
relación de armonía, de colaboración, y que rescate su condición de animal
social. Toda acción revolucionaria debe tener este objetivo, sólo impulsada por
esta meta la lucha tendrá sentido.
La
Revolución es la batalla por reencontrar al hombre con su naturaleza, con su
originaria condición humana, superar los sistemas basados en la perversión de
fragmentar a la sociedad, de dividirla, que aplastaron el trabajo social e
instauraron el trabajo desquiciante, aquel que sólo enriquece a una fracción de
la sociedad.
Cuando
esto suceda, cuando el humano se reconstruya humano verdadero y se integre con
su mitad perdida, sus semejantes, el trabajo y la naturaleza, entonces será un
ser completo y podrá alcanzar metas sublimes.
Ahora
bien, si el Hombre continúa el camino de la perversión social, si se consume en
una existencia mediocre que sólo se importa con los espejismos, si la elevación
de miras es aplastada por el muro de la inmediatez, entonces seremos una
especie siempre destinada a la infelicidad, a la alienación, a la extinción.
Es
así, la función de los dirigentes, o mejor, de los verdaderos dirigentes, será
empinarse por encima de su tiempo, romper con la comodidad de lo conocido y
atreverse a la aventura de traspasar la costra superficial y explorar el mundo
que cambia la vida. Es un riesgo, exige navegar en aguas desconocidas,
procelosas… pero no hay otro ruta.
¡Con
Chávez, con Maduro!
1 comentario:
Excelente como siempre, debemos cada día con más conciencia, ir al combate por materializar la idea socialista, revolucionaria. Te felicito hermano, sigue dándonos luces, para ilumianrnos el sendero que es necesario andar...!!! Estamos venciendo...!!!
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