Los
teóricos de la oligarquía vaticinan corta vida a los muchachos de Chávez. Basan
su pronóstico en la "vista corta" de los humildes, el estómago que
anula al corazón y el cerebro achatado por siglos de hacerle creer que ya
sabían, que no era necesario estudiar, que eso era debilidad.
La ecuación es: a la menor dificultad el pueblo
humilde inconsciente se rebelará en un motín incontrolable y ese momento será
la oportunidad de los zamuros de la oligarquía. Confían en que el clientelismo
haya superado la siembra de Conciencia del Deber Social, que el egoísmo
capitalista aplaste el altruismo de los humildes, que el pueblo abusado en su
credulidad opte una vez más por sus verdugos. La pretensión no es absurda, les
ha dado buenos frutos a través de la historia, así arrinconaron a Bolívar y
después lo asesinaron, así estuvieron medio siglo en el poder con el pacto de
punto fijo.
El centro de la batalla hoy es el alma de los humildes, allí está la clave del
éxito. La Revolución debe afinar su táctica y su estrategia, superar la etapa
del pago de la deuda social e ir con fuerza a la etapa superior, la de la
elevación de la conciencia de sociedad, de creación de las relaciones
económicas que la sustenten.
Este pueblo tiene reservas morales, tradición e historia suficientes para dar
el salto. No fue por casualidad que en un mundo capitalista surgiera aquí la
tentativa de ir hacia el Socialismo. Este pueblo dirigido por Chávez, cuando
todos pensaban que había llegado el fin de la historia, que más allá del
capitalismo no había nada, se plantea la hazaña de ir al Socialismo y emprende
el camino, derrota a la oligarquía, resiste feroces ataques.
¿Dónde reside su fuerza? El alma altruista que iluminó a la Independencia
regresó con Chávez, el espíritu que hizo posible el Paso de Los Andes volvió en
la hazaña del triunfo del Sabotaje Petrolero. Es allí, en este sentimiento
altruista, que reside la fuerza del Socialismo. Las veces que nos hemos
apartado de él, la Revolución ha caído en las "heladas aguas del cálculo
egoísta", ha retrocedido, se ha visto con dificultades. Las veces que nos
hemos abrazado con este sentimiento no hay "crisis" que valga.
Es así, las grandes crisis de la Revolución están signadas por su divorcio del
sentimiento altruista, del sentido patriótico, de la entrega al bien común, del
ejemplo de Bolívar y Chávez.
El dilema de hoy es Socialismo o barbarie, no hay medias tintas. La ilusión de
regresar a un gobierno de concertación tipo punto fijo es eso, una ilusión que
precipitará la barbarie fascista. La tarea que la historia nos impone es
avanzar hacia el Socialismo de la única manera que esto es posible, elevando el
sentimiento altruista. Si caemos en la tentación de ir por el camino del
clientelismo, de la compensación material, nos convertiremos en sepultureros de
la Revolución , del sueño de Chávez y de su recuerdo.
¡Con
Nicolás caminan Los Libertadores!
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