La
situación a la que nos ha llevado capriles no se puede entender sin un poco de
superstición. ¿Cómo explicar su insistencia en recorrer el camino a la guerra
civil, a una invasión y provocar aquí una Libia? El plan es tenaz. Asesinaron a
Chávez, ya nadie lo duda, y ahora desconocen al Estado. Cuestionan todos sus
poderes, niegan los resultados.
¿Para
dónde nos quieren llevar los oligarcas? ¿Qué pretenden? La respuesta es una sola: incendiar a la Patria. Ya la
realidad sobrepasó a la racionalidad, no se puede entender con los instrumentos
de la politología, entramos en los terrenos de la patología psiquiátrica, de la
demonología. Tratamos con psicópatas. El odio de los adversarios a Chávez abonó
a estos monstruos que nos llevan a la confrontación fratricida.
¿Qué
hacer? ¿Cómo defender la paz, a la Patria ?
Debemos
diagnosticar dónde nos encontramos, contra quién nos enfrentamos. Sólo de allí
podremos deducir las acciones.
Nos
sumergimos en una esquizofrenia que amenaza con ser colectiva (son los
preludios del fascismo). Unos plantean excusas. Que si hubo 174 votos
asistidos, número, que de ser verdad, en un universo de millones, habla bien
del proceso, aferrarse a esa excusa para repudiar los números es una tontería,
o lo que es peor es propio de psicópatas. El Estado le hace el juego a estas
estulticias, proponen auditorias, llaman al diálogo, convocan a los
capitalistas, hablan con ellos… y la rueda del fascismo sigue girando
¡inadvertida!
Los oligarcas y sus dueños del norte sólo aceptan que capriles sea el
Presidente, de lo contrario nos llevarán a una confrontación cruenta, esa es la
amenaza nada disimulada. Ahora el enviado del infierno canta fraude,
definitivamente se desmarca de la democracia, se coloca al margen de toda
legalidad.
La
agresión a la legalidad es brutal, vivimos un forcejeo sordo en el ring de una
legalidad vulnerada. Lo que le queda a la gente decente de este país, a la
Revolución , es defenderse de la arremetida de los fascistas. No hay lugar para
conciliaciones, vacilar es derrotarnos.
Con
los próximos pasos de la agresión debemos apelar a la Ley de Leyes: “la
existencia de la Revolución está por encima de toda consideración.” La ley
debe servir para defender a la Revolución o no es ley. La Constitución , alma
de la Revolución , debe tener mecanismos para preservarse a sí misma, que es
salvar a la Revolución. Es un contrasentido, una candidez, que estos fascistas
que al llegar al poder la van a derogar, tal como hicieron en abril, encuentren
amparo en ella para asesinarla.
El
Estado, el gobierno de Nicolás Maduro Moros, tiene suficiente legalidad y el
deber de salvaguardarlo. Ese es su principal compromiso. Ya los fascistas
adelantan su plan agresor, en las próximas horas darán otras sacudidas, es hora
de sostener la legalidad en todos los terrenos, demostrar que esta no es una
República boba, una legalidad tonta, que sucumbe en leguleyismos.
¡Con
Maduro resteaos hoy más que nunca!
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