La crítica es un poderoso instrumento de la evolución
social, sin ella se pierde la capacidad de rectificación, sin ella la sociedad
no avanza, la cultura pierde su posibilidad de movimiento.
No es casual que
la crítica tenga significados contradictorios: vitupera y también juzga.
Criticar es examinar, analizar, enjuiciar, opinar… y simultáneamente significa
censurar, murmurar, reprochar. Allí están compendiadas las dos
fundamentales posibilidades de enfrentar, de criticar un fenómeno. Cada una de
estas actitudes tiene una poderosa carga ideológica. Veamos.
La dominación
burguesa se fundamenta en la división de los dominados, les priva de la
capacidad de unión y de análisis, de reconocerse, de ubicarse en su realidad,
de tomar conciencia de su condición. Siendo así, la crítica de los dominados
tiene que ser destructiva y agresiva, de tal forma que impida el análisis que
crea conciencia, que afina la visión. Y sobre todo la crítica burguesa
fragmenta e impide la unión de los humildes, indispensable para sustituir el
sistema burgués. Es una crítica dirigida a la persona y no a las ideas, guiada
por el odio y no por la fraternidad, destructiva y no formativa.
La crítica
liberadora se basa en la fraternidad, como dijo Martí: "criticar es
amar". No va a las personas, juzga las ideas, señala los errores,
prestigia los aciertos, todo con el ánimo de avanzar.
En la revolución,
que es un enorme esfuerzo por fundar otro mundo, es imprescindible la crítica
como guía para la rectificación de errores y afirmación de los aciertos. Sin
embargo, si es empleada como la dominación nos acostumbró, lejos de ser un
elemento para avanzar se constituye en arma de destrucción de la posibilidad
revolucionaria.
La crítica entonces
debe ser la búsqueda de la comprensión de un fenómeno, no arma de venganza, de
retaliación, ni oportunidad para la "cacería de brujas". La
crítica malsana, la que afirma a la dominación puede acabar con una Revolución,
es también indicio de una falla de formación en las filas liberadoras, una
incomprensión del nuevo tipo de relación que supone una Revolución.
La Revolución
está en una fuerte confrontación con el enemigo oligarca, es necesario un
balance de lo andado. Es imprescindible la crítica, de ella depende afinar
las fuerzas para futuros triunfos. Allí están las dos maneras de criticar.
Si en esta oportunidad la asumimos con las reglas de la dominación, buscando
culpables en las personas o instituciones, y no rectificando ideas, acusando
sin bases, dando rienda a los instintos disolventes, entonces, nos estamos
condenando a la derrota, ayudando a la oligarquía, sembrando dudas,
desconfianza en nuestras filas, comportándonos como inconscientes dominados.
El rumor sin
base, la acusación anónima, el amparo en la sombra de lo colectivo, no son
críticas revolucionarias, son oportunidades para la infiltración del
pensamiento contrarrevolucionario, hacen daño. La Revolución debe abrir cauce a
la crítica formadora, protegerla, sólo así conseguiremos las ideas para
construir.
¡Resteaos
con Maduro!
1 comentario:
Aceptar la crítica nos hace humildes; responsables; nos hace reconocernos imperfectos, limitados, incompletos en nuestra dimensión individual pero a la vez superiores, trascendentes, amorosos, inmortales en nuestra dimensión colectiva, social, ambas dos caras inseparables del ser humano.
Abrir los cauces para la crítica es el combustible para que el motor de la revolución siempre este en movimiento, para evitar que se tranque.
Pero también hay que desarrollar la agudeza y la inteligencia para poder descubrirla y diferenciarla del rumor, del engaño, de la ilusión, de la manipulación interesada. La crítica ayuda a desvelar la realidad que conduce a la verdad. En tal sentido, la crítica siempre debe ir acompañada por la ética sino se convierte en azote.
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