Un creador de opinión con un programa en la televisión, "zurda conducta", jugó alegre basquet con Capriles. El candidato del imperio y el muchacho se ven muy contentos compartiendo como niños una golosina a la puerta de una escuela. Las fotos recorrieron al país y las respuestas no se hicieron esperar.
Más allá de la anécdota, y de emprenderla contra el muchacho bolivariano, debemos ir al fondo del asunto, a la raíz, a los móviles de los móviles. Veamos.
Lo primero que salta a la vista es una falta de pasión revolucionaria: con capriles, con el que asedió a la embajada llena de niños y persiguió a "chavistas como ratas", con el enemigo de la redención de los humildes no se puede ir ni a misa, menos compartir juegos. Esa falta de pasión es señal, no de la conducta personal del muchacho, sino de una ausencia de definición ideológica en el campo bolivariano.
La derecha tiene como estrategia parecerse al chavismo, llamar al diálogo, a la convivencia, al “todos somos iguales", "olvidemos el pasado", "construyamos juntos el futuro". Siendo así, si esa es la nueva situación ¿por qué no jugar juntos?
El imperio internacional, su formidable estructura de desinformación, se mueve contra nosotros, todos los días aparece la manipulación: se miente sobre la enfermedad de Chávez, corren rumores de todo tipo, se habla de división en nuestras filas, se asoman soluciones sin Chávez. Enfilan sus cañones contra PDVSA, se desprestigia a los dirigentes nuestros, recrudecen los rumores y falsas informaciones, se intenta deshonrar a nuestros Generales. Al mismo tiempo, los agentes del imperio se muestran como angelitos, sin pasado, capaces de unir al país y de reeditar el milagro de que los dominados, los humildes, defiendan a sus verdugos.
El episodio del basquet es señal de que el discurso del enemigo está calando. No hemos sabido desmontarlo, nuestra estrategia comunicacional, estancada en la publicidad de los números, ha olvidado al inconsciente colectivo, lo ha dejado en manos del imperio, nos hemos conformado con repetir la monotonía de los números que no emocionan y aburren.
El oligarca se mueve con fuerza para imponer en el inconsciente su falsedad: aislar a Chávez, al chavismo, crearnos la imagen de violentos, de faltos de convivencia, etc. Esta estrategia se gana a los indecisos, a los incautos y tiende puentes para los flojitos.
Es urgente, el juego de basquet es una señal, urge una revisión de nuestra política comunicacional, ir más allá de lo técnico y revisar la ideología que la sustenta, los contenidos que la nutren. Es necesario repotenciar el papel del partido como educador, su función dirigente.
Debemos retomar los esfuerzos educadores, de formación para el combate para enfrentar la ofensiva imperial. No olvidemos que la lucha se decide en la ideología y en la pasión que emana de saber lo que somos, lo que queremos... y ayer perdimos la batalla del basquet.
¡Al imperialismo, ni tantico asi!
¡Con Chávez!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario