El humano del capitalismo está condenado al más solitario de los desiertos, el del alma, la soledad del desamparo de sus semejantes. El capitalismo es una guerra de todos contra todos, un “sálvese quien pueda”, un yo desquiciado, fatuo, vanidoso, y un nosotros olvidado.
Es así, el capitalismo convirtió al humano en un náufrago, en un ser que actúa de acuerdo con sus necesidades individuales, en busca de sus metas personales, distraído de la sociedad. La suma de esas acciones egoístas genera el movimiento de la humanidad por derroteros inconscientes, víctima de leyes y fetiches que le son ajenos.
Esta contradicción entre el rumbo individual consciente y el rumbo social inconsciente genera la ética del bienestar individual desligado del destino social. Es la ética del "si yo estoy bien todo está bien", o la del economista que decía que no importaban las consecuencias a largo plazo de las medidas económicas, porque dentro de cien años todos estaremos muertos. Este antagonismo entre individuo y sociedad encuentra su culminación en el capitalismo y trae como consecuencia el desastre que hoy padecemos, el peligro de extinción que confrontamos.
Vivimos en un mundo gobernado por el capital, no tiene más ética que la acumulación: "si da ganancia, si acumula, es ético". El capital, ese monstruo creado por el hombre, lo gobierna, dirige a los individuos, engulle al planeta, todo lo transforma en dinero, destruye bosques para crear mercancías que serán trocadas por dinero, contamina mares y ríos, desajusta el clima, extingue especies, todo en nombre de la ganancia.
El capitalismo, independientemente de los buenos deseos de algunos, será siempre un depredador del hombre y del ambiente, esa es su naturaleza, no puede actuar de otra manera. Quien pretenda que el capitalismo se comporte de otra manera, respetando a la naturaleza, al hombre, y buscando cambiar su ética devoradora, es un cándido o es un embaucador. Sólo superando el capitalismo podremos salvar al planeta y salvar al hombre, y sólo el Socialismo es la vía para superar al capitalismo.
El Socialismo resuelve la contradicción del individuo con la sociedad: las metas individuales conscientes se engranan con las metas sociales, ahora, por primera vez, conscientes y planificadas. El capital deja de ser el dueño de la economía, y el hombre pasa a ocupar el lugar de todos los afanes, a ser el centro de la actividad humana.
El hombre liberado de la tiranía de las cosas, de las mercancías y del capital, toma cuenta de su destino y restituye la armonía con la naturaleza. Así, la humanidad comprende, expande su comprensión al futuro, lo toma en cuenta, las generaciones del presente se comprenden responsables del futuro y así la humanidad, el individuo, adquiere otra grandeza, traspasa los tiempos, su rumbo deja de ser inconsciente. En Socialismo las acciones son consideradas para hoy y también para el futuro, la humanidad deja de ser depredadora de sí misma, se reencuentra con la naturaleza y se siente parte de ella.
¡Sólo con Chávez habrá futuro!
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