La búsqueda de la conciencia revolucionaria es la esencia de la historia de la humanidad, acoplar la existencia de los desposeídos con la conciencia revolucionaria es el centro de la Revolución.
Cuando el Libertador grita: "¡trescientos años de calma no bastan!" estaba intentando conectar la existencia colonial con la conciencia independentista. El 4 de febrero tenía ese mismo sentido.
El pensamiento revolucionario ha avanzado en la elaboración teórica que guía a los desposeídos al encuentro con la ideología que les pertenece. Ya sabemos que la Revolución es un acto conciente, no espontáneo, es el difícil parto de la conciencia de la liberación, donde lo espiritual prima sobre lo material.
Ese paso en sociedades como la nuestra, donde la cultura de la renta lo ha distorsionado todo, es sumamente difícil para los dirigentes y para los gobernados. Pero es decisivo, es el camino.
En la historia de las Revoluciones se ha caído en la lógica del capitalismo, es así, la recompensa material individual privó sobre la recompensa material colectiva, social.
La recompensa material individual estimula el egoísmo, que es la base espiritual del capitalismo. De esta manera, al permanecer dentro de la lógica capitalista, este sistema perverso pudo hacer su labor de zapa, amplió su base espiritual dentro de la sociedad, exigió sus reivindicaciones, fortaleció su sistema de valores, el principal, el del dinero como compensación universal, y sobrevino la restauración.
De allí que un importante reto de esta Revolución nuestra es cambiar el sistema de necesidades y la forma de satisfacerlas.
En el capitalismo las necesidades son artificiales y huidizas, se crea la ilusión que se resolverán con recompensa material individual: dinero. Y, de esa manera, las estructuras del sistema se mantienen intactas, la lucha de los desposeídos deriva hacia un objetivo ficcional, ilusorio.
Los obreros, para poner un ejemplo que vale para toda la sociedad, tienen cien años luchando por compensaciones materiales, más prestaciones, más salario, y la situación de ellos sigue igual, y la del resto de los desposeídos peor.
Los obreros, de esta manera, están luchando dentro de la lógica capitalista que los despoja, se hacen parte de ella y así se condenan a la miseria espiritual y material, no consiguen encontrarse con la conciencia de la liberación, no se dan cuenta de sus condiciones porque están colonizados por los valores de la clase hegemónica.
Ahora se discute una ley del trabajo, ésta debe ser socialista, pero ¿qué significa esto? Hasta ahora se oye que se modificarán las prestaciones y se discute un “petrobono”. Si es así, si es sólo eso, continuamos en la lógica del capital, del reivindicativismo rancio.
La clase obrera está destinada a salvar a la humanidad, es urgente, imprescindible, que se yerga sobre las inútiles mezquindades reivindicativas y, encontrada con su reto histórico, con su ideología, dirija a la sociedad hacia la emancipación. Eso debe reflejarse en esa nueva Ley, eso la haría socialista. Debe ser una Ley que asombre al mundo, ese es el reto.
¡Con Chávez resteaos!
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