Llegaron las elecciones y se activó el festival de ofertas electorales. Los escuálidos, desde la irresponsabilidad que otorga el no tener que cumplir, prometen de todo, hasta la grosería de llevar a Chávez a una corte internacional burguesa, como si eso fuera tan fácil, como si eso no tuviera consecuencias. Si se meten con el Comandante, se meten con todo un pueblo, y ya hoy no se repetirá San Pedro Alejandrino.
Si tocan al Comandante la ira de los humildes acumulada desde la Convención de Ocaña, desde el San Carlos de Zamora, desde el asesinato de Fabricio y Américo Silva, desde la Cosiata valenciana, esa ira contenida se volverá huracán y, de los privilegios mantuanos, oligarcas, burgueses, no quedará piedra sobre piedra ¡Nada!
Queda claro, todos ofrecen villas y castillos, pero el que promete decapitar a Chávez es el que suma el apoyo del odio fascista, sediento de venganza contra los humildes que rescatan su dignidad. Queda claro, las elecciones de octubre son una batalla contra la oligarquía, la misma que asesinó al Libertador, esa que no tolera que nadie la prive de sus privilegios.
Esa es una primera y fundamental diferencia, tras las ofertas de ellos se esconde el odio contra el pueblo encarnado en Chávez, su odio contra el Chavismo. Su campaña, en el fondo, es dirigida por el tremendo odio que la oligarquía tiene por los humildes.
Una segunda diferencia es que ellos prometen mucho pero seguirán con el mismo plan de hace un siglo, entregarán PDVSA a los gringos, la privatizarán, regalarán el petróleo al imperio, fracturarán a la OPEP, se apropiarán de las migajas, y para los humildes sólo quedará miseria espiritual y material.
Así, sus ofertas son fraudulentas, pero además, en el mejor de los casos, si las sobras, los detritos, en algún momento les alcanzaren, si pudieran cumplir algún ofrecimiento, será un engaño, se esfumará en la lógica satánica del capitalismo.
La actitud del Gobierno Revolucionario es totalmente diferente, y esa es su fortaleza: la Revolución trabaja para subsanar la deuda social generada por el capitalismo (que hoy defiende la mesa) y simultáneamente cambiar las relaciones sociales y económicas que produjeron esa deuda. Es decir, el Gobierno Revolucionario va a las causas de los problemas, rompe el círculo perverso del saqueo de la riqueza social y de promesas incumplidas, ese engaño que nos mantuvo en la miseria durante un siglo.
La Revolución es un inmenso y heroico esfuerzo por superar la lógica del capitalismo que necesariamente produce miseria para las grandes mayorías, al tiempo que acumula riqueza para la minoría de capitalistas.
Es así, la Revolución propone una nueva vida, una relación entre los humanos, el único camino hacia la mayor suma de felicidad posible, la dignificación de todos: ofrece el Socialismo. Sólo la Revolución puede construirlo y está haciendo realidad esta promesa.
Los escuálidos al no poder ir contra el capitalismo no pueden cacarear otra cosa que las mismas mentiras que han vociferado durante siglos de su dominación.
¡Con Chávez!
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