23.8.11

BREBAJES TEÓRICOS (Martes 23-08-2011)

El malestar que se venía gestando desde años anteriores estalla con la caída de la Unión Soviética. Entonces la perplejidad tomó cuenta de los revolucionarios, y el imperio, con saña, pateó al perro muerto. En el universo intelectual rápidamente se compusieron las fuerzas capitalistas y comenzaron su ofensiva.

El ataque intelectual presenta dos fases:

Una, que podríamos llamar de enfrentamiento directo: los intelectuales contrarrevolucionarios, llevados por la embriaguez del triunfo, decretaron "el fin de la historia", más allá del capitalismo no habría nada, lo más que se podía hacer era perfeccionarlo.

Esta primera etapa de choque frontal fue desmentida por la realidad: la miseria, el desencanto de las grandes masas, produce revueltas, explosiones sociales que necesitan ser interpretadas y, sobre todo, encausarlas. Ya el ataque intelectual directo no era efectivo para mantener la paz de la dominación.

Sabía el imperio que si el malestar social escalaba hacia metas políticas, sería una alternativa al capitalismo, lo pondría en peligro. Eso no se podía permitir, había que atacarlo allí donde se le hace daño irreparable: en la ideología, en la teoría.

Surgen así una serie de "brebajes teóricos" con gustillo revolucionario, destinados a diluir el combustible de las protestas, a convertirlas en manifestaciones inocuas para el sistema.

Los intelectuales llamados a postular estas teorías fueron impulsados al estrellato por los medios, empezaron a sonar nombres: tony negri, martha hacnecker, dussel, dieterich, mészáros… ganaron premios, fueron galardonados y editados abundantemente. Constituyeron el batallón intelectual contrarrevolucionario. Con ellos el capitalismo debía tomar otro rostro y preservarse.

Las tesis de este batallón tienen una estructura común, obedecen a una sola intención. Veamos.

Ignoran la lucha de clases, la sustituyen por nombres que suenan bien, que dan una aire de erudición, usan: multitud, potentia, potesta, poder constituyente, comunidad, pueblo, pero nunca clase social.

Esos términos, esas categorías son inoperantes, no sirven para explicar los movimientos de la realidad, sólo sirven para distraer y aparentar que se hace revolución, cuando sólo evitan la escalada de la protesta a su nivel político.

Cuando las clases sociales desposeídas se creen esta tesis se privan de la lucha política, del enfrentamiento de clases, son lanzadas inermes a las fauces babosas del capitalismo. En contraste, las clases dominantes siguen profundizando su conciencia de clase: con su Estado, su ideología y organizaciones siguen en condiciones de hegemonizar.

Este batallón desprestigia la toma del poder, inventan diez mil cosas para evitarlo. Según ellos, todo poder revolucionario puede devenir en totalitarismo soviético. Proponen una suerte de poder etéreo que sólo existe en sus mentes, incapaces de tomar al poder que desprecian. A lo sumo forman conglomerados inocuos, que sirven para el turismo social, nunca ponen en peligro la hegemonía del capitalismo.

Con la llegada de Chávez al poder, el batallón intelectual contrarrevolucionario se activó. Tenían un obligatorio escenario para aplicar sus teorías, el reto era impedir que aquel hermoso aluvión popular escalara formas políticas que pusieran en peligro el sistema. Para acá volaron.

¡Sin Chávez no hay Socialismo, sin Socialismo no hay Chávez!

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