Cómo será el mundo dentro de treinta años? Dejemos de lado la teoría, imaginemos la vida de un humano en la Caracas del futuro. Narremos.
Nuestro personaje subió de La Guaira huyendo de las aguas del Caribe que desaparecieron su ciudad. Ahora junto a su familia vive a la buena de Dios en los túneles del Metro, abandonado por falta de energía, las refinerías a la orilla del mar fueron también arrasadas por la elevación de las aguas. Los polos se derritieron cambiando la geografía y la vida.
La Humanidad sufre la tragedia doble que ya habían vaticinado los cerebros más brillantes de la época, entre ellos Fidel. Pocos hicieron caso. Una guerra nuclear que duró minutos arrasó la civilización y una serie de desastres naturales amenaza con extinguir la vida. El cielo está encapotado por cenizas, pasaron años sin ver el sol, el frío hiere.
Cuando una tragedia produce una situación de penuria extrema, los humanos tienen varias reacciones posibles. Las condiciona la existencia, la clase social a la que pertenecen.
El comportamiento en esta tragedia fue similar al de los campos de concentración nazis. Allá los que tenían gran reserva espiritual, los Evangélicos y los Revolucionarios, soportaron la penuria con dignidad humana. Los que afianzaban su existencia en las bases materiales, se derrumbaron al desamparo del dinero inútil.
Lo mismo sucede en esta Caracas del futuro que se resiste a perecer. La unión de los mejores recompuso una organización civil y militar, un incipiente tejido social que permite la esperanza.
Robinson, que así se llama nuestro humano, acompaña las salidas periódicas a la superficie de la ciudad… deben tener cuidado, aún persisten peligros de radiación, y algunos ataques de los que no aceptan la unión de todos como la única forma de salvarse, aún persisten en soluciones individuales y hostigan a los que optaron regirse por el precepto “de cada uno según su capacidad, a cada uno según su necesidad.”
El Socialismo, el Cristianismo Auténtico, se impuso en la situación extrema, cuando lo mejor del humano, lo que habita en lo profundo de su alma, aflora.
La anterior historia no es una ficción, se trata de una posibilidad con alto grado de probabilidad, y puede que sea muchísimo peor. Podríamos imaginar que Robinsón sea el último sobreviviente de la Humanidad, algo así como un Adán Final, sin paraíso, sin nadie que le de sepultura.
Aún hay tiempo para evitar la historia de Robinson, es posible salvar al humano. Es urgente cambiar al sistema, instaurar las relaciones del Cristianismo Original, las del Socialismo. Ya no podemos dudar en avanzar. La Humanidad necesita un corrientazo, un ejemplo de otro mundo, una muestra de un mundo posible.
Esa salvación depende de nosotros, de Venezuela, de nuestra Revolución. No podemos satisfacernos con logritos parciales, es necesario un impacto sobre la sociedad, proponerle cambios profundos, correr el riesgo, acercarnos a la orilla del abismo para poder emprender el vuelo.
¡Chávez es Socialismo!
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