Cuando la burguesía conquista la hegemonía de la sociedad, libera la posibilidad para construir formas económicas explotadoras, un comercio donde transar esa explotación, una espiritualidad y una cultura de masas que justifique, reproduzca y perpetúe la apropiación de la vida, y un Estado que proteja ese orden social.
Con el arribo de la hegemonía burguesa, la Humanidad llegó a la cúspide, al máximo refinamiento del período histórico caracterizado por el despojo del trabajo, la fragmentación social y el robo del esfuerzo social por parte de una minoría.
Durante ese período del despojo, se sucedían las hegemonías de las clases explotadoras, cada una iba perfeccionando la forma de pillaje que le precedía, pero la esencia del fraude permanecía.
La cultura dominante se encargó de convertir ese robo en orden natural: todas las artes, técnicas y ciencias fueron talladas a su imagen y semejanza, son pilares de esa dominación, de su defensa.
En ese período de explotación, la burguesía, al igual que las otras clases dominantes, conquista la hegemonía, pero no cambia la esencia común a todos los sistemas de explotación, sólo la adaptaban a sus intereses de clase egoísta. La esencia de la sociedad explotadora permanecía igual: división de la sociedad en clases, unas dirigentes, otras dirigidas y explotadas, propiedad nosocial de los medios de producción como eje de la explotación, apropiación del trabajo ajeno, salidas individuales, egoístas, a los problemas sociales, y una cultura que sustentara esa sociedad.
En contraste, la Clase Obrera no puede liberarse sin romper de raíz, sin superar el período de explotación que los clásicos llaman Prehistoria de la humanidad. Ya no es suficiente derrotar, sustituir a la burguesía, es necesario fundar un nuevo sistema de relaciones sociales que, impulsado por la cooperación, la fraternidad y el amor, sustituya las relaciones de explotación reemplazando las formas económicas nosociales, sustento de la explotación, por formas económicas de propiedad social administradas por el Estado Nacional, fuente de la cultura de la igualdad, del Socialismo.
Sólo los obreros cuando son portadores de un proyecto social, de una respuesta a la organización social, es decir, transformados en Clase Obrera, podrán liberarse del capitalismo, porque no es posible liberación de la Clase Obrera dentro del capitalismo. Cualquier respuesta parcial al problema de la dominación, es decir, buscar la liberación sólo en los confines de la fábrica, trae como consecuencia inevitable el surgimiento de egoísmos antisociales.
A lo sumo, los obreros se transformarán en una suerte de obreros accionistas de mentalidad capitalista, defensores de sus intereses parciales, sólo conseguirán paliar momentáneamente su situación individual, pero el sistema de explotación a sus hermanos de clase y al resto de la sociedad quedará intacto, y tarde o temprano les afectará a ellos, se desvanecerá la ilusión y se darán cuenta que siguen siendo explotados.
El reto para los obreros es descartar las soluciones parciales propias de la ideología pequeño burguesa, encontrarse con su ideología proletaria, y construir un proyecto que partiendo de la sociedad solucione los problemas de la fábrica.
¡Sin Chávez no hay Socialismo!
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