Medio siglo ha pasado desde que un muchacho de veintidós años irrumpió, iracundo, inmenso, en el cuartel más importante de su país, y con la valentía de los héroes dio la campanada para el inicio de una nueva era para el continente y la humanidad.
Desde aquel día, ese muchacho nacido en un pequeño pueblito con nombre de diosa griega, Artemisa, transitó la senda de los héroes: el Granma, Alegría de Pío, la Sierra Maestra …después, medio siglo de batalla contra el acecho de la bestia, y de esfuerzo en la construcción de la Esperanza, de tomar el cielo por asalto.
Ese muchacho, convertido en Comandante de la Revolución, el más alto grado que otorga su Patria, nos visita hoy. Vino a ayudar. Toda su historia es un trasformar para ayudar, en ese apostolado le va la vida.
La visita de Ramiro Valdés es símbolo de los nuevos tiempos que vivimos en el continente y en Venezuela, ya los pueblos oprimidos, como vaticinó el Che, “han dicho basta y han echado a andar, y su marcha de gigantes ya no se detendrá”. A la cabeza de la marcha va la ALBA, las banderas de vanguardia las portan Chávez, Fidel, Raúl, Evo, Correa, Daniel.
Nosotros sabemos a Ramiro representante de la sociedad del futuro, lo sabemos tallado en la misma madera de los Liberadores de Pueblos y Fundadores de Mundos, lo recibimos como haría el Apostol Martí: ofreciéndole la mano franca y una Rosa Blanca cultivada en las entrañas amorosas de esta patria.
Vivimos tiempos de rebelión de los humildes, de unidad de los Pueblos saqueados por los imperios, y eso aterra a los capitalistas. Por eso enfilan su odio contra Ramiro, por representar una nueva oleada en la lucha, por ser su visita emblema de Unión.
Ramiro define. Nos define como Revolución verdadera, las que son fieles a su Pueblo, practican el internacionalismo, soberanas. Una Revolución, una sociedad que paga con amor el amor que ha recibido.
Con Cuba nos atan lazos de amor y de agradecimiento, ella ha acudido a nuestro llamado siempre, y siempre desinteresada. Vino cuando unos jóvenes irreductibles mantenían en alto en las montañas el decoro de la patria y necesitaban solidaridad.
Y vino cuando requerimos alfabetizar, o llevar salud donde nadie quería ir. Siempre sin pedir nada a cambio, sólo la gloria de servir.
Por supuesto que la canalla no aplaude a Ramiro. Unos siguen instrucciones del norte, que no tolera el ejemplo de Cuba. Otros buscan que el imperio les perdone su pasado rebelde, ellos tienen que certificar su entrega en cada episodio. Todos vuelcan su odio al futuro, a la vida que Ramiro representa.
Por supuesto que la canalla no aplaude a Ramiro, eso los define, nos da una muestra de su jaez, de lo que harían si regresaran: verían un Ramiro en cada uno de nosotros, y contra el pueblo enfilarían su odio destructivo y cruel. Nunca fue más apropiada la consigna: ¡No volverán!
¡Chávez y Ramiro son Socialismo!
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