11.2.10

EL ENIGMA DE LA VOLUNTAD

En política existen muchos enigmas, y muchas ficciones que pretenden darles respuestas. Uno de estos es la manifestación de la voluntad de una sociedad.
Uno de los fundamentos de la política es descifrar esos enigmas, y de la manera que lo hagamos nos ubicará en una determinada posición ideológica.
Exploremos el enigma de la manifestación de la voluntad en una sociedad. El asunto es complejo, tiene múltiples interrogantes. Veamos.
¿Es la voluntad de una sociedad un hecho libre, espontáneo, voluntario de sus miembros, o por el contrario obedece a los intereses de una fracción de la sociedad que coloniza la mente del resto y la manipula? Intentemos respuesta.
Toda sociedad de clases es una situación de dominación, donde la clase dominante, hegemónica en lo económico, lo es también en lo espiritual, influye al resto de la sociedad para que sea parte fundamental en la justificación del sistema que la domina.
Así, la manifestación de la voluntad de la sociedad es en realidad la manifestación de la voluntad de las clases dominantes. Toda la cultura dominante, la religión, la educación, el arte, está al servicio de esa transferencia de voluntad.
Esto explica que sociedades enteras elijan, una y otra vez, a sus verdugos, se explica que pinochet regrese a Chile encarnado en uno de sus secuaces.
Las clases dominantes necesitan institucionalizar esa voluntad perversa, dar la sensación de legalidad. Por eso hicieron de las elecciones un fetiche, una ficción.
Para ellos es fácil manejarlas, son su válvula de seguridad. A una opción minoritaria la pueden presentar como manifestación de la voluntad popular, y si todo falla, dan un golpe. Honduras es un ejemplo entre miles.
Las elecciones oligarcas se han convertido en el mundo capitalista en el único criterio de manifestación de la voluntad, de la legalidad. Éstas son un mediocre criterio, no es el mejor, ni es el único, y casi siempre es perverso.
Si consideramos la brutal abstención que acompaña a estos procesos, la dispersión en varios candidatos, las manipulaciones y presiones posibles, tenemos que aceptar que casi siempre la mayoría en elecciones no es la voluntad de la sociedad, ni del grupo que elige, sea un partido o un sindicato.
Podemos concluir que la dominación oligarca tiene en las elecciones una forma que le es propia y perversa de legitimarse.
Entonces ¿cuál es la manera de legitimarse la Revolución?
La legitimación revolucionaria es la movilización popular alrededor de las propuestas de los líderes. El Libertador, la Independencia, se legitimaron en la inmensa movilización que fue la Guerra de Independencia. Cuando el pueblo, abusado en su credulidad, no se movilizó más, entonces vino San Pedro Alejandrino. Después Santander se legitima en unas elecciones.
Hoy en Venezuela debemos derrotar la credulidad, cerrar filas alrededor de Chávez. Con irreverencia en la discusión y lealtad con la decisión.
Chávez debe decidir los candidatos, así frenaremos las ambiciones subalternas, fortaleceremos la Revolución.
¡A Chávez lo legitima la movilización del pueblo!
¡San Pedro Alejandrino no se repetirá!

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