23.8.09

ZONA ESPIRITUAL

Si quisiéramos definir al Socialismo en pocas palabras, diríamos que es una Sociedad amorosa, más sencillo, diríamos que es amor.
Los revolucionarios durante siglos han intentado establecer esta sociedad del amor. Cristo fue el más importante intento, recordemos su “amaos los unos a los otros”. El Libertador nos dejó su legado de desprendimiento y amor: “si mi muerte contribuye a que cesen los partidos y se consolide la unión yo bajaré tranquilo al sepulcro”. Los socialistas utópicos intentaron instaurar la sociedad amorosa haciendo un llamado a la buena voluntad de la sociedad y a los capitalistas.
La Revolución Bolchevique en la Rusia de los Zares fue, sin duda, unos de los más hermosos intentos por conquistar la sociedad amorosa. También lo fue la Comuna de París, cuando los humildes y los obreros se hicieron gobierno.
La Revolución Cubana es la prueba de las reservas altruistas de la especie humana, es faro de esperanza. Allí el hombre nuevo, llevado de la mano y del ejemplo del Che, nos dice que el mundo amoroso es posible.
Una sociedad socialista es necesariamente precedida por una Zona Espiritual Amorosa, que se confronta con la Zona Espiritual Egoísta propia del capitalismo. El establecimiento de esta Zona Socialista en cualquier Revolución es tarea dura, pero lo es muchísimo más en una Revolución Pacífica. Veamos.
“La Revolución Pacífica, y esto debemos decirlo con responsabilidad y valentía, tiene como principal enemiga la restauración interna, la ideología que extravía el avance socialista desde dentro de la Revolución, en su propio terreno.”
Es más peligrosa esta enemiga porque es difícil de percibir, y por lo tanto difícil de combatir: actúa camuflada de Revolución, la acompaña en las primeras etapas, pero cuando la Revolución avanza hacia terrenos de definición, se resiste al Socialismo, es siempre oblicua, nunca frontal, su labor siempre es agachada, esa es su principal fortaleza.
Sabotea de mil maneras la difusión de la idea socialista, se mantiene en una zona de neutralidad, de imparcialidad que es una ficción, siempre favorece al capitalismo y debilita la opción socialista.
Le hace un gran daño a la Revolución porque impide la definición de los campos, y “sin definición no hay Revolución”. Así, un día un gobernador puede ser declarado militante del fascismo, agente de la secesión, y al día siguiente ser factor para luchar contra la inseguridad que él mismo propicia. O un instrumento para difundir las ideas socialistas se pierde en la indolencia del equilibrio.
Debemos contrastar esta actitud timorata, con la posición valiente de García Ponce el director de “Vea”, cuando dijo: “Este periódico no es equilibrado, es un claro defensor del Socialismo, un cañón socialista en la guerra mediática”.
La Revolución debe construir una Zona Espiritual Amorosa, que sea pilar y paradigma del Socialismo. El Partido es un importante componente de ella, también lo deben ser los Consejos Comunales, las Fábricas Socialistas. En esta Zona prima la relación amorosa, la que permite el verdadero crecimiento humano. Para eso es necesario derrotar ideológicamente a la restauración capitalista que nos habita.
¡Chávez es Socialismo!

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