7.5.09

EL MOVIMIENTO Y LAS HUELLAS

Conocer el movimiento de un proceso revolucionario es vital. Saber cómo se mueve y hacia dónde se mueve, da el sentido de la batalla.
Pero, ¿cómo determinar el movimiento entre tanto ruido, tantos atajos provocadores, con cuál método medir la importancia de los acontecimientos?
Un buen procedimiento es fijarnos en los sucesos que dejan huellas y provocan otras huellas, no se desvanecen con los días.
No es lo mismo una pelea menor, un comadreo entre dirigentes de partidos, que una decisión económica del gobierno. No es lo mismo un artículo de un vocero de oposición donde llama al golpe, que los berrinches de algún dirigentillo a las puertas de Tribunal “batallando” con un periodista de Avila Tv.
Con este criterio tratemos de ubicarnos en el momento que vivimos. Busquemos las huellas que marcan rumbos.
Una de las más importantes es la actitud del gobierno para enfrentar la crisis global que padece el capitalismo: el gobierno declara la intención de proteger a los más necesitados y de recortar los aportes a la oligarquía. Esto es una huella inmensa que determina rumbo, movimiento, y produce otras huellas. Veamos.
Inmediatamente que se muestra esta intención de colocarse al lado de los humildes y frente a la burguesía, se produce una arremetida feroz de los oligarcas. Ya su expresión política no habla de diálogo, al contrario: se habla de golpe, los medios de comunicación recrudecen su manipulación, no creen en elecciones, dicen que no hay salida democrática, que esto es una dictadura.
Todos los días aparecen huellas que indican que se fueron por un atajo.
En lo internacional es idéntico: la derecha internacional se activa, en España el Partido Popular muestra igual beligerancia que sus franquicias venezolanas, en contra de la Revolución y de Chávez, aznar regurgita tanto odio como capriles o leopoldo.
Esta postura del gobierno al lado de los humildes coloca la batalla en su propia raíz, la descarna. Se trata de la pugna de los oligarcas por recobrar sus privilegios que ven extinguirse, y los humildes, los trabajadores, que batallan por avanzar en la construcción de una sociedad donde no sea posible que una clase se apropie de la riqueza y el trabajo del resto de la sociedad.
La lucha está en su mayor profundidad, no es casual que consecomercio en su última asamblea llame al golpe.
Y no es casual que los sindicatos más concientes, los obreros organizados, se coloquen al lado del gobierno entendiendo la magnitud del reto, dispuestos a dar batalla, a enfrentar al enemigo de clase donde sea que la presente, dispuesto a rescatar a este país de las fauces oligarcas, y a terminar la obra que el Libertador dejó inconclusa.
No hay dudas, nos movemos, dejamos huellas, avanzamos, y ese avanzar provoca la reacción de los privilegiados de afuera y de adentro.
Cada paso, cada huella, aumenta las exigencias a los revolucionarios y al pueblo, debemos organizarnos, elevar los niveles de conciencia, de estudio, y de fe en la Revolución.
¡Chávez es Socialismo!

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