La necrofilia es además de una definición psiquiátrica, una definición política: es la expresión psicológica del fascismo. Es por eso que la clausura de la “necrofílica exposición de cadáveres con fines comerciales en el Sambil” ha causado retorcijones en la derecha. Hasta un psiquiatra de fina estirpe dio su opinión política.
Los clásicos nunca sospecharon que la cosificación del humano (convertirlo en cosa) llegaría tan lejos. Imaginaron y dijeron que el hombre era una mercancía, vendía su fuerza de trabajo para poder subsistir, pero nunca pensaron que el capitalismo en su perversión iba a conseguir transformar a los cadáveres en vulgares mercancías y además, que esa mercancía tuviera demanda en el mercado que se pudiera transformar en dinero al igual que cualquiera otra.
El término necrofilia en su acepción más amplia significa “atracción por la muerte” la terminación “filia” significa afición o simpatía, y la raíz “necro”, muerte.
Las manifestaciones necrofílicas, de simpatía hacia la muerte, son variadas. Son un síndrome político que se llama fascismo y tiene sus síntomas característicos. Veamos.
Por ejemplo pinochet, el pinochetismo, fue fascista, necrofilico. La agresión a Allende, el asesinato de Víctor Jara, la Operación Cóndor, son manifestaciones claras de fascismo, de necrofilia. Todo esto festejado y justificado por la masa de derecha. El fascismo es un fenómeno de masas.
El fascismo, la psicología fascista, la necrofilia, está oculta en la psiquis de la sociedad capitalista. En época de normalidad cuando el sistema está estable no se manifiesta, no es necesario, pero en época de peligro para el sistema, si los mecanismos convencionales fallan, aparece la bestia fascista, los demonios emergen de lo profundo de las tinieblas del alma colectiva.
Aquí en Venezuela, la derecha, queriendo acabar con Chávez, por discrepancias políticas, y por rechazo racial, soltaron los demonios: la masa que gritaba ¡fuera! en abril que manifestaba pidiendo la cabeza de Chávez y de los chavistas, fue fascista, guiada por profundos sentimientos necrofilicos.
Los demonios del fascismo sueltos temprano, no han podido ser sometidos, se resisten a volver al inconciente, a aquietarse. Siguen allí, atentos, prestos para actuar a la menor oportunidad.
Los síntomas de la necrofilia fascista están a la vista: el festejo por la horrenda muerte de Danilo, la quema del Ávila, el asedio a la Gloriosa Embajada de Cuba, el apoyo al magnicidio, etc.
Pero donde alcanza niveles ya de asombro, es en el apoyo que en capas pensantes de la masa derechista ha causado la Exposición de los Bodies, hasta unos ¡estudiantes de Médicina! ¡hasta el psiquiatra Bianco! apoyan la comercialización de la muerte.
Pero lo de Maglio Ordoñez es para encender, ya definitivamente, las alarmas. Estos fascistas, tomados por la simpatía hacia la muerte, son capaces de todo. Si triunfan nadie se salvará de la represión brutal y cruel que vendrá contra todo lo que signifique vida. Entonces, a Bianco, en el mejor de los casos, lo encontraremos en algún estadio junto a cantores y poetas.
¡Chávez es la vida!
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