Para entender al mundo, a las fuerzas que lo mueven, tomar conciencia del funcionamiento de la sociedad y comprender la gran estafa en que vivimos, es decir, para prepararnos para la Revolución, es necesario investigar la realidad con instrumentos de análisis capaces de ir más allá de la simple apariencia.
La oligarquía depredadora sabe que un Pueblo que sólo perciba la apariencia, las sombras de la realidad, está destinado a ser víctima de su propia ignorancia. Es así, las tinieblas son la principal arma de dominación en manos de la oligarquía.
¿Cómo la oligarquía nos sume en la ignorancia dominadora?
Utiliza varios métodos, uno de los más importantes es instalar en la mente del dominado un aparato de análisis, de una estructura de pensamiento egoísta, individualista. Somos egoístas, individualistas, porque pensamos, analizamos, de forma egoísta, individualista. Y esta estructura mental no nos permite la generalización, el vuelo alto, el percibir más allá de la superficie, el entender las leyes que rigen el movimiento social. Esta psiquis individualista, es como una cárcel, una cadena que esclaviza.
Normalmente no sentimos la prisión, aunque siempre está allí, aislándonos, dirigiendo nuestra conducta disolvente.
Es en la política donde el pensamiento egoísta instalado por la oligarquía hace más daño, donde es barrera para la liberación. Veamos.
Al resolver los más importantes problemas de la vida de manera individual, egoísta, sin pensamiento social, nos transformamos en seres egoístas, individualistas, dotados de un método de análisis también individual. De esta forma todos los aspectos de la vida los percibimos, los razonamos y los pretendemos resolver como asuntos individuales, personificados. El egoísmo modela nuestra realidad y nuestra psiquis, todo lleva su nefasta marca. El egoísmo, el individualismo, está en la raíz de todo, desde la delincuencia y la corrupción hasta en la política.
Atrapados en esta psiquis hacemos análisis político desde la individualidad egoísta, no desde lo social.
De esta manera la lucha de clases no entra en los análisis, sólo se distingue la pugna de individualidades, las entendemos no como batallas de proyectos políticos, sino como enfrentamientos de meras ambiciones de politipillos. Así vamos tejiendo una trama novelesca que hace inofensivo nuestro accionar.
Así, nuestra percepción no va más allá de la superficie, no podemos entender al mundo y mucho menos transformarlo. Este modo de análisis es un cerrojo de seguridad para el sistema oligarca. Mientras así pensemos el capitalista está seguro.
De todo esto se concluye que la labor revolucionaria es propagar sistemas mentales basados en lo social y lo histórico, romper con la conducta y el pensamiento individualista, egoísta.
Somos entes sociales e históricos, lo que hagamos obedecerá a las características de nuestro tiempo y a la ideología de clases que adquiramos. Llevar al pueblo conciencia de esta situación, guiarlo más allá de las apariencias, es una de las tareas fundamentales de la Revolución Bolivariana.
¡Sin Chávez no hay Socialismo y sin Socialismo no hay Chávez!
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