7.3.08

MISTICA

Las grandes obras humanas sólo pueden ser hijas de la mística y del amor, de una fe que supone entregar una alta cuota de esfuerzo o hasta la propia existencia para que se conviertan en conquistas para toda la humanidad.

Las revoluciones son obras humanizadoras, que sólo son auténticas cuando son expresiones de la mística y del amor de sociedades, vanguardias y líderes. Es una obra que supone la entrega y el movimiento de millones en pos de un ideal. No se puede comprar ni vender una Revolución, sólo puede ser hija de las ideas, la conciencia y las convicciones de las mayorías.
La historia de todas las revoluciones hasta nuestros días ha sido buscar el equilibrio entre los valores materiales y espirituales. Ha sido el equilibrio entre el Quijote y Sancho Panza. Con sólo el Quijote las revoluciones serán el hermoso combate contra molinos de vientos. Con sólo Sancho las revoluciones descienden a las aguas heladas del cálculo egoísta.
Es por ello que nuestra Revolución debería cuidar de la mística y la conciencia de las mayorías, y seguir las enseñanzas del Che: …“de allí que sea tan importante elegir correctamente el instrumento de movilización de las masas. Este instrumento debe ser de índole moral, fundamentalmente, sin olvidar una correcta utilización del estímulo material, sobre todo de naturaleza social.”
Cuando nuestra Revolución pone el acento en las soluciones sociales de la salud, el deporte, la educación, cuando prestigiamos la solidaridad, por encima del lucro personal o de grupos, cuando hacemos conciencia sobre los deberes internacionalista de nuestro Pueblo y creamos conciencia Socialista, estamos avanzando hacia una mística revolucionaria.
Al contrario, cuando convertimos cada actividad de gobierno en una entrega de recursos, cuando trabajamos para que cada venezolano sea un empresario, para que cada comunidad tenga un banco, para que el sentido de cada quien sea enfrentarse al otro para apropiarse de una porción de la gota petrolera, construimos una conciencia y una práctica individualista, que es imposible que pueda soportar una Revolución. El individualismo y la conciencia pequeño burguesa a cada paso reproduce la conciencia y los valores del capitalismo, jamás contribuirán a producir y reproducir una conciencia socialista.
A nuestra Revolución, que heredó las deformaciones rentistas, corruptas y burguesas de la IV República, le es vital una alta cuota de mística como única forma de exorcizar el egoísmo y el individualismo que hasta los revolucionarios tenemos dentro.
La vanguardia y el liderazgo revolucionario deben dar el ejemplo y convertirse en paradigma de entrega y conciencia social. La política revolucionaria es la ciencia del ejemplo. El trabajo voluntario, que no es el viejo e hipócrita asistencialismo oligarca, debe convertirse en uno de los instrumentos más relevantes para forjar una conciencia social Bolivariana y Socialista.
¡Frente a la agresión, más Socialismo!
¡Chávez es Socialismo!

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