18.5.07

ABUNDANCIA Y CARENCIA, DOS DESIERTOS

Si aceptamos que la Revolución es ante todo un cambio en la conciencia, es decir un cambio en la comprensión del mundo y de la relación nuestra con ese mundo, entonces entenderemos que los mecanismos de la formación de conciencia, la manera como las grandes masas sustituyen la conciencia capitalista por la conciencia socialista, es vital para la Revolución.
Las tareas del Socialismo en Venezuela son particulares: nuestra economía oscila entre períodos de abundancia y de carencia, de acuerdo a los vaivenes de la renta petrolera. De allí que la acción revolucionaria debe tener respuesta a esas dos situaciones. Estudiemos.
En época de abundancia los gobiernos socialdemócratas mantuvieron a la población tranquila, controlada, con el expediente de dejar caer de la mesa petrolera un poco más de migajas, lo que daba sensación de prosperidad. De esa manera esculpieron en el alma nacional una conciencia que se hizo famosa en el mundo como el “ta barato, dame dos”, la conducta Saudita, “I love Miami”.
Fue la época dorada de la socialdemocracia, las elecciones eran un festín de luces y colores, los medios fabricaban candidatos de los que antes habían sido asesinos confesos, el Pueblo estaba embriagado de migajas. El viento henchía las velas, los capitanes gritaban ¡Avanti popolo! La Revolución, los revolucionarios, eran vistos como bichos raros, confinados al desierto de la abundancia.
No obstante, la realidad nos despertó un día, el festín disminuyó, las migajas ya no caían con abundancia, como dijo Domingo Alberto, llegó el fin de fiesta. Nos topamos con un país lleno de miseria, exclusión, pérdida de la autoestima.
El Pueblo no supo parir a sus líderes o, mejor, los líderes no supieron dar respuesta a la época de abundancia.
En la carencia, el Pueblo sin rumbo sólo pudo hacer motín que mostraba que algo andaba mal, inclusive dentro del mismo Pueblo, que había sido despojado de su conciencia, su organización y su información.
Llegó el desierto de la carencia y cundió el escepticismo, se buscaron soluciones individuales, se buscó el futuro en la lotería.
Con la llegada del Comandante y de la Revolución Bolivariana, el Pueblo se fusionó, rescató su autoestima, tomó conciencia de su poder. En abril dio una batalla que lo dignifica y marca el camino: fue a la calle a correr riesgo por un objetivo político altruista, atrás dejó el egoísmo inculcado por el pasado Mayamero. En época de carencia el Pueblo parió a sus dirigentes, los reconoció, y encontró una nueva conducta, una nueva conciencia.
Entonces vino la abundancia, los precios subieron, y surgió la pregunta ¿qué hacer?
La respuesta es clara, la historia nos indica el camino: no podemos caer en la conducta mayamera del consumo suntuario, el camino lo encontramos en abril y diciembre: ¡La Conciencia! ¡La Conciencia!
He allí la respuesta, en todas las épocas, en carencia y en abundancia, la meta de la Revolución es la conciencia del deber social, rescatar el sentido de sociedad. Nada debe desviarnos de esa meta.
¡Chávez es Socialismo!

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