Érase una vez, tres montañistas que decidieron escalar un monte de gigantes alturas, para conquistar el amor de una joven princesa.
Uno dijo, el fin es la cumbre, lo demás no importa, y partió tras su objetivo. Iba sin equipo, sin comida y sin bebida. Por el camino se encontró con una bruja que le hizo una proposición, lo ayudaría a cuenta de cambiar su cara por la cara de una iguana. Aceptó, por supuesto, llegó a la cima. Pero la princesa horrorizada le negó su amor.
El segundo, iba pensando sólo en la princesa, suspiraba, cerraba los ojos, se babeaba, se distrajo tanto en su fantasía, que se perdió, y nunca más se supo del desafortunado enamorado.
El tercero, se preparó con mucho tino, cada paso que daba llevaba incluido el objetivo de la cima y al amor de la princesa. Éste conquistó la cumbre y se casó con la princesa.
La moraleja es que el fin, el amor de la princesa, debe estar contenido en los medios, alcanzar la cumbre.
El primero sacrificó el fin, la princesa. Puso todo su esfuerzo en los medios, la cumbre. Y fracasó.
El segundo sólo se ocupó del fin, de la princesa, y descuidó los medios, escalar la cumbre. También fracasó.
El tercero supo que el fin y los medios, princesa y cumbre, son parte de la misma acción, que en cada medio debe ir incluido el fin. Eso lo llevó a la cumbre y al amor de la princesa.
Esta fábula viene a cuento porque ilustra las variadas actitudes bolivarianas frente a los diez millones. Veamos.
El fin es el Socialismo, esa es nuestra princesa. Los medios son los diez millones, esa es la cumbre.
Hay unos bolivarianos, que a semejanza del primer montañista, por llegar a la cumbre se desdibujan. Estos podrán conquistar la cumbre, pero el Socialismo, la princesa del cuento, no los abrazará.
Hay otros que sólo piensan en Socialismo, es decir, en la princesa, y no atienden a la montaña, que son los diez millones, estos se perderán.
Por último, están lo que saben que al amor de la princesa, es decir, al Socialismo, y a la cumbre de los diez millones, sólo llegarán los que entiendan que en cada voto y en cada acción por conseguirlos, debe ir el amor de la princesa, la idea del Socialismo. O, lo que es lo mismo, el fin está contenido en los medios.
¡Sólo el Socialismo salva al pueblo!
¡Chávez es Socialismo!
Uno dijo, el fin es la cumbre, lo demás no importa, y partió tras su objetivo. Iba sin equipo, sin comida y sin bebida. Por el camino se encontró con una bruja que le hizo una proposición, lo ayudaría a cuenta de cambiar su cara por la cara de una iguana. Aceptó, por supuesto, llegó a la cima. Pero la princesa horrorizada le negó su amor.
El segundo, iba pensando sólo en la princesa, suspiraba, cerraba los ojos, se babeaba, se distrajo tanto en su fantasía, que se perdió, y nunca más se supo del desafortunado enamorado.
El tercero, se preparó con mucho tino, cada paso que daba llevaba incluido el objetivo de la cima y al amor de la princesa. Éste conquistó la cumbre y se casó con la princesa.
La moraleja es que el fin, el amor de la princesa, debe estar contenido en los medios, alcanzar la cumbre.
El primero sacrificó el fin, la princesa. Puso todo su esfuerzo en los medios, la cumbre. Y fracasó.
El segundo sólo se ocupó del fin, de la princesa, y descuidó los medios, escalar la cumbre. También fracasó.
El tercero supo que el fin y los medios, princesa y cumbre, son parte de la misma acción, que en cada medio debe ir incluido el fin. Eso lo llevó a la cumbre y al amor de la princesa.
Esta fábula viene a cuento porque ilustra las variadas actitudes bolivarianas frente a los diez millones. Veamos.
El fin es el Socialismo, esa es nuestra princesa. Los medios son los diez millones, esa es la cumbre.
Hay unos bolivarianos, que a semejanza del primer montañista, por llegar a la cumbre se desdibujan. Estos podrán conquistar la cumbre, pero el Socialismo, la princesa del cuento, no los abrazará.
Hay otros que sólo piensan en Socialismo, es decir, en la princesa, y no atienden a la montaña, que son los diez millones, estos se perderán.
Por último, están lo que saben que al amor de la princesa, es decir, al Socialismo, y a la cumbre de los diez millones, sólo llegarán los que entiendan que en cada voto y en cada acción por conseguirlos, debe ir el amor de la princesa, la idea del Socialismo. O, lo que es lo mismo, el fin está contenido en los medios.
¡Sólo el Socialismo salva al pueblo!
¡Chávez es Socialismo!
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