12.2.12

LA MAGNA ARMA (Domingo 12-02-2012)

La principal arma de una Revolución es la teoría, la ideología, la subjetividad. Esto lo han percibido los grandes revolucionarios, el Libertador nos decía "moral y luces son nuestras primeras necesidades", "un pueblo ignorante es instrumento ciego de su propia destrucción." Martí nos hablaba de trincheras de ideas.

Podemos afirmar que una Revolución sólo puede ser derrotada si lo es previamente en las ideas, en la ideología. La principal de las batallas ocurre en el mundo de las ideas.

Los que emprendan el camino revolucionario deben tener en cuenta que todo se dilucidará, en última instancia, en el mundo del pensamiento. Es allí que se decide el rumbo de la revolución. No olvidar nunca, tal como pensaba Gramsci, que la más poderosa de las fuerzas objetivas de la civilización humana es la subjetividad.

Con la experiencia acumulada por la revolución mundial, sabemos que las Revoluciones en el poder llegan a un punto en el que pierden la emoción que amalgamaba a sus masas, la pasión que encendía el fuego en los primeros días de la conmoción revolucionaria cede el paso al marasmo de la costumbre, a las necesidades burocráticas. Las movilizaciones pueden ser masivas pero sin alma, sin creatividad, los números pueden ser altos, pero no reflejan la pérdida de la energía espiritual. Ya aquello no pertenece a la sociedad.

El triste espectáculo de la caída de la Unión Soviética y de China, ilustra lo anterior. Lo hicieron sin pena ni gloria. Hoy son patéticos los laberínticos sofismas que se esgrimen para vestir de Socialismo a esos reyes, que sabemos, los más desnudos de los capitalismos.

Estamos frente a una frontera en el recorrido de la Revolución mundial: a medida que se aleja del núcleo que le dio origen, de los sucesos y sus actores primigenios, se desgastan hasta la restauración.

¿Por qué? ¿Dónde está la falla? ¿Cómo evitarla?

Según la experiencia de la revolución mundial, en alguna parte se erró el camino, y ese equívoco estuvo, ahora lo sabemos, en la teoría. Se justificaron medidas que estimularon el egoísmo, se crearon formas económicas que sustentaron esa espiritualidad.

Añadimos que no se cambió con suficiente profundidad el sistema de necesidades, no se consiguió sustituir la visión del mundo y no se pudo tornar sagrada a la Conciencia del Deber Social, base espiritual del Socialismo.

El asunto merece reflexión y crítica, atender las señales de la realidad, transformarla en teoría que guíe y dé sentido a la práctica. Tan malo es teoría sin práctica, como práctica sin teoría.

Debemos crear, descubrir, las armas teóricas que blinden a la Revolución. Nosotros podemos, ya existe la experiencia revolucionaria mundial, ahora es imprescindible el estudio profundo y la crítica, irreverente y leal. No cometer los errores de las revoluciones pasadas, siempre adelante, ser cada día más socialistas, no hacer concesiones, "ni tantico así", al capitalismo.

Sigamos el mandato de los grandes, el estudio, las ideas, deben guiar a la práctica y ésta tiene valor en tanto transforme al mundo.

¡Chavistas!

No hay comentarios.: