20.6.11

¿GOBERNAR: OBEDECIENDO O CONVENCIENDO? (Lunes 20-06-2011)

A primera vista la discusión puede parecer trivial, sin embargo, es asunto central de la Revolución. Hagamos algunas precisiones útiles.

La sociedad está dividida en clases, unas dominan sobre las otras. Esta dominación, ante todo cultural, se basa en la ideología, ocurre en el alma. Ya decía El Libertador: "por la ignorancia nos han dominado más que por la fuerza".

El pueblo, los desposeídos, son objetivo principal de la colonización cultural que posibilita la dominación. Así, los dominados son transformados en el principal sostén de su propia dominación, del sistema que los expropia y expolia.

En el seno de los desposeídos ocurre una feroz lucha ideológica entre la dominación y la liberación. No es homogéneo el pueblo: en su seno se encuentran en lucha todas las ideologías, todas las culturas y, con más fuerza, la ideología de la clase dominante que allí es hegemónica.

El Estado no es algo difuso, sin contenido ideológico, al contrario: representa la ideología de la clase dominante, obedece a sus intereses, es instrumento para enfrentar a las otras clases y someterlas.

En resumen, el Estado es instrumento de dominación, socializa las ideas, la cultura de la clase dominante, corresponde a unos intereses de clase.

Cuando la Revolución intenta tomar el poder lo hace para, desde allí, conducir la batalla por la descolonización del pueblo dominado, convencerlo de la necesidad imperiosa de cambiar el sistema y emprender ese cambio. En otras y directas palabras, para enfrentarse en condiciones de éxito a la ideología, a la cultura dominante que nos habita.

La Revolución nace en una vanguardia que al principio es minoría, y desde allí dirige la lucha por conquistar la hegemonía. En el caso nuestro esa vanguardia fue el MBR200 que dirigió el 4 de febrero, luego se hizo mayoría, tomó el poder y comenzó, desde las instituciones, el cambio de hegemonía en el alma de los desposeídos.

Ignorar esto, caer en "obediencias" imprecisas, es no comprender la lucha de clases en el seno de los humildes, es renunciar a la batalla más importante de un proceso revolucionario: la obligación del Estado Revolucionario a gobernar, a ser activo, a convencer.

Al ignorarla, esta conducta crea un vacío que será ocupado en la práctica y en la teoría por la ideología de las clases desplazadas del poder. Además deja a las masas sin conducción, diluyendo su energía en rebeldías sin trascendencia, con reacciones impulsivas, atentando contra la Revolución.

El Estado Revolucionario no puede renunciar a "Gobernar Convenciendo", a ser Estado que conduzca y proteja la construcción del Socialismo. A informar, organizar, culturizar, preparar de tal manera a la masa para que no sea su propio verdugo. A conducir el proceso de desintoxicación ideológica, que es la extinción de las clases. Sólo así se producirá la fusión pueblo-poder, o como diría un teórico Potesta-Potentia, y las funciones represivas del Estado cederán el lugar a las de amoroso y, ahora sí, obediente administrador.

¡Con Chávez más resteaos que nunca!

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