3.2.11

LAS MERCANCÍAS RECLAMAN IDOLATRÍA (Jueves 03-02-2011)

Al capitalismo lo podríamos llamar también el reino de las mercancías. Ellas son las verdaderas rectoras de la sociedad, cobraron vida, se transformaron en un monstruo vivo, a sus pies yace postrada la humanidad. El hombre es gobernado por la cosa.
Al cobrar vida, las mercancías dominan las acciones de la sociedad, ahora el humano no es el centro de la vida, son las mercancías las que destinan la existencia.
El mundo de la mercancía, el mercado, precisa para funcionar la instalación en el humano de la conducta del consumo, y lo consigue con el hechizo de las necesidades artificiales. Éstas producen una especie de adicción comparable a las drogas, al alcohol. Una enfermedad mental que podríamos denominar mercancólico, adictos a la mercancía, o quizá consumiólicos, adictos al consumo.
Somos una sociedad enferma, esclava de las mercancías, del consumo compulsivo. La existencia de los humanos se mide por su capacidad de tráfico, su vida toda tiene como objetivo aumentar la capacidad de adquirir cosas, todo gira alrededor del comprar, esa condición humana aplasta a las otras facetas de la vida. El arte, el amor, el deporte, el hombre, todo se transformó en mercancía, y giran alrededor de ese mundo.
Es así, las mercancías y el consumismo lo dominan todo, la política no escapa de esa dolencia. Los gobernantes del capitalismo, sobre todo en países rentistas, deben satisfacer esta adicción, de lo contrario el pueblo alienado le dará la espalda y ese será su fracaso.
Las Revoluciones deben considerar esta situación, no es posible una Revolución sin modificar la manera de consumir. Podríamos decir que la Revolución es, en gran medida, esa modificación, es curar a la sociedad del mercancolismo y del consumiocolismo.
La pregunta crucial es ¿Cómo lograr ese cambio sin perder el apoyo del pueblo?
Si consideramos que estamos frente a una enfermedad que infecta a toda la humanidad, que una parte consume y la otra pugna por consumir, nos percataremos de la gravedad de la situación. La cura supone un alto riesgo político, pero es posible. Es necesario restituir la conducción humana de la sociedad.
Nosotros en Venezuela estamos en condiciones muy favorables para lograr ese salto que debe ser dado principalmente en la subjetividad, en el alma.
Aquí tenemos un líder con una conexión directa con el espíritu colectivo, Chávez puede conducir este cambio en el consumo, el gobierno tiene las condiciones para correr el riesgo de proponerlo, de dar el ejemplo. La Revolución no tiene otra opción.
El reto es explicarlo, confiar en el pueblo y llamar a la Conciencia del Deber Social. El Trabajo Colectivo Voluntario y los estímulos morales son formidables armas para preparar el cambio.
El riesgo es real y es alto, pero debemos correrlo, la enfermedad del consumo es mortal, y estamos en una etapa terminal. El planeta no soporta más el despilfarro y la agresión.
Ese es el centro del cambio cultural: cambiar del “poseer” al “ser”, pasar de la cultura capitalista a la cultura socialista.
¡Chávez es Socialismo!

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