23.1.11

CUANDO BOLÍVAR DESPIERTA, REGRESAN LOS PUEBLOS (Domingo 23-01-2011)

Dice la leyenda, que El Libertador regresaba victorioso del campo de Carabobo y su comitiva se detuvo en un rancho a la orilla del camino, todos desmontaron, buscaban agua para las cabalgaduras y refrescar un poco el calor de la jornada, quizás un guayoyo, era de tarde… todavía el sol del universo iluminaba el camino del “sol de América”.
En la puerta del rancho está sentado un viejo mulato, ciego. Siente el ruido de los caballos y se levanta alerta. Un oficial, quizá Urdaneta, se le acerca y lo reconforta: “es la comitiva del General Bolívar, no temas, es El Libertador”. El mulato se emociona y pide, o mejor, ruega que le acerquen al Libertador, éste ya venía al encuentro del dueño de la casa, y frente al hombre ciego le dice: “aquí estoy”.
“¿Tu eres el Libertador? -consulta el anciano- ¿Cómo salió la Batalla ? Desde aquí escuché el cruzar de caballos y lanzas, aún huele a pólvora y sangre”.
Simón le comunica el triunfo, y el hombre humilde rompe en llanto contenido. El Libertador lo abraza y las dos lágrimas se funden en el mismo anhelo de patria.
Esta historia vino al recuerdo en una conversación con los patriotas dignificados del refugio que funciona en PDVSA La Campiña. En esa reunión sentimos la presencia de Bolívar, la vibración mágica del encuentro del Libertador con el viejo mulato del rancho de Carabobo se repetía, en el ambiente se percibía a Bolívar.
Lo que pasa en Venezuela no puede tener otra explicación que esta: Bolívar despertó y el pueblo regresa a ser aquel pueblo de indios, esclavos, mantuanos, todos redimidos por la causa noble, que se hizo esperanza y lo acompañó en su gesta libertaria.
En el refugio conocimos la existencia de un Coronel de la Aviación, heredero directo de los oficiales de Bolívar en Carabobo. Este oficial llegó al refugio con aprensión, rostro severo, porte marcial, voz de mando… A los días se identificó amoroso con el pueblo humilde que allí estaba. Y cuando terminó su misión, se fundió en un abrazo, una sola lágrima y una sola patria con su pueblo nuevamente redimido. El abrazo de Carabobo se repetía en el refugio. El Coronel, con su bondad, su ejemplo, les dijo, sin necesidad de palabras, que Bolívar estaba presente, que el Ejército Libertador había regresado.
En el refugio tuvimos el privilegio de hablar con mujeres orgullosas de apellidarse Palacios, militantes de la Gran Colombia, descendientes directas de Bolívar, El Libertador, el de ellos, de los humildes, el que nació en una hacienda de Capaya, no en la Caracas oligarca. Todos sienten el palpitar del corazón de Bolívar.
Es así, los “lazos que el cielo formó”, la Unión del Libertador, pueblo humilde y militares patriotas, que se dio en aquel rancho después de Carabobo, se repite hoy en cada rincón de Venezuela. Bolívar ha despertado para terminar su obra, nos dio la Independencia, ahora regresó a darnos equidad, el Socialismo.
¡Chávez es Bolivarianismo!

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