7.10.10

ELECCIONES Y CLASES SOCIALES

Reflexionar los resultados de las últimas elecciones nos señalará el camino del triunfo. Veamos.
El voto revolucionario oscila, baja en las grandes ciudades, se mantiene en las pequeñas y en el campo. Reflexionemos.
El mecanismo electoral burgués eleva la vocación clientelar, limita la visión a lo inmediato, al entorno, exacerba el egoísmo, las masas se guían por supersticiones, el azar, el miedo, ocupan el lugar del razonamiento serio. Así el voto se hace voluble, sin convicciones: se puede votar por alguien que promete locuras que no puede cumplir, no importa, la elección opera en un mundo de ficción, es una embriaguez colectiva.
Las capas sociales más vulnerables a ese tipo de influencia son las capas humildes de los barrios de las grandes capitales. La plasticidad que requiere la vida del barrio, la viveza de la ciudad, el sacar provecho a cualquier situación, construyen una psicología del facilismo que se amolda bien a las ficciones de las ofertas electorales burguesas. No hay compromiso duro, todo puede cambiar de acuerdo a la oportunidad.
Cuando una oferta electoral, por la manipulación mediática, pierde la fuerza espiritual, cuando deja de ser portadora de la esperanza, entonces llegó la hora de la mudanza de preferencias. Cuando no se cumplieron las expectativas infinitas de recompensa material, cuando no se puede, sin esfuerzo, colmar las necesidades artificiales, entonces llegó la hora del voto castigo, se cambia al Guía por una promesa vacía. Así se explicaría la fluctuación del voto de las zonas humildes de las grandes ciudades.
En las pequeñas ciudades y en el campo, la situación es distinta, el hombre rural, es más mineral, tiene más solidez en sus preferencias, no cambia a la primera oportunidad, tiene otro sentido de la palabra empeñada. Las reivindicaciones que espera tienen que ver con su vida, con las necesidades naturales básicas, con la tierra. Así se explica la fidelidad de ese voto.
Entonces, cómo endurecer el voto de los humildes de las grandes ciudades.
Este es el gran reto de la Revolución, la respuesta está en los obreros zafados de la lógica capitalista y encontrados con su ideología. Veamos.
La Clase Obrera está destinada a consolidar a la Revolución, es la única que puede impregnar al resto de la sociedad de una sólida conducta revolucionaria, terminar con las oscilaciones de los barrios humildes de las grandes ciudades, atraer las capas sanas de la pequeña burguesía. Podemos decir que la Clase Obrera encontrada con su papel histórico es el centro de la Revolución, sin ella no sería posible.
La Clase Obrera debe salir del confinamiento de la fábrica, trocar el mezquino control obrero por el Control de la Clase Obrera, adquirir visión social, conducir al resto de la sociedad, a través del Trabajo Colectivo Voluntario, hacia su integración, impregnarla de la nueva ética.
Así todos aprenderemos la necesidad de dar para recibir, las bondades del trabajo de todos para beneficio de todos, derrotaremos las conductas que sustentan al capitalismo y guillotinan al Socialismo.
¡Chávez y Clase Obrera son Socialismo!

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