23.3.10

EMOCIONAR

El paisaje político venezolano se mueve aceleradamente. Del campo revolucionario se desprenden elementos políticos, que como dijo el Comandante, ya no daban más, se quedaron en el camino. Debemos estudiar la situación.
El deslinde que se precipita, que se manifiesta primero en lo político, es reflejo y va acompañado de deslindes en otros campos de la vida social: la economía, el imaginario, el espíritu, allí también se producen definiciones, que lentamente se hacen visibles.
Las posturas políticas que aparecen en el escenario tienen su correspondiente en la esfera económica, ésta las agrupará en última instancia. La definición será dada por la posición en relación a la hegemonía de la propiedad de los medios de producción.
Nosotros sostenemos que la hegemonía socialista de la propiedad de los medios de producción es aquella que produce hegemonía en la Conciencia del Deber Social. Es decir, y esto es muy importante en un país rentista como Venezuela, que no es un asunto meramente económico, no es la hegemonía económica simplemente, se trata de la hegemonía de la propiedad sustentadora de conciencia. En otras palabras, no es suficiente la propiedad social de la Petrolera y de las empresas de Guayana, es indispensable que esa riqueza se invierta en el resto del país, en propiedad social capaz de entrelazarse con la Conciencia del Deber Social.
Si invertimos la renta en formas de propiedad nosocial, capitalista, ésta sostendrá conciencia egoísta, esa será la hegemónica y buscará sus correspondientes políticos y espirituales.
La Petrolera y las empresas de Guayana son fundamentales para el Socialismo en lo político y lo espiritual. Es desde allí, con la participación activa de los obreros, que se debe y se puede irradiar la emoción social al resto del país.
Lo primero es que los obreros asuman su papel histórico, abandonen el campo economicista, y asuman su papel de clase fundamental en la Revolución. Se transformen en obreros socialistas, simultáneamente con la construcción del Socialismo.
Los tiempos que corren, de desprendimientos, dudas, indefiniciones, exigen que la Revolución se agrupe, que de un salto, que se defina y emocione a la sociedad. Y allí los obreros tienen papel principal. Veamos.
Una revolución cabalga sobre la emoción social, no puede entrar en la parsimonia de la costumbre, no puede perder su capacidad de asombrar, debe ir de milagro en milagro, de utopía realizada en sueño de una nueva utopía.
Una Revolución, su vigor, se puede medir por su capacidad de emocionar a las masas con el maravilloso rencuentro del espíritu social. En otras palabras, la Revolución debe movilizar alrededor de objetivos altruistas y sociales. Todas las acciones revolucionarias deben tener a la emoción como objetivo, esa es su fuerza.
Las soluciones individuales no educan en el Socialismo, sólo las soluciones sociales son formadoras de la conciencia social. Entonces, las Zonas Socialistas, la movilización que en ellas se genere, su irradiación sobre el resto de la sociedad combativa, su ejemplo, son imprescindibles para impulsar la emoción revolucionaria.
¡Chávez es Socialismo!
¡Revolución es Emoción!

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