4.1.08

LA MODERACIÓN MANTUANA

En las revoluciones siempre aparece la tendencia moderada, es aquella que tiene la ilusión de hacer una Revolución sin romper radicalmente con el pasado. Algo así como una Revolución a medias, unos cambios controlados, moderados, cosméticos. El resultado es patético, esta tendencia moderada siempre termina en el campo restaurador.

La historia nuestra es rica en este tipo de tendencias moderadas. Veamos.
En la época de la independencia se movían en el paisaje político dos tendencias fundamentales:
Una, la de la Independencia y cambios sociales profundos, allí se encontraba José Leonardo Chirino, líder negro que tenía conexión con los revolucionarios de Haití, y también en esta tendencia se inscriben Gual y España, precursores de la rebeldía contra el imperio español y contra el sistema que aquí sustentaba su dominación.
La otra, la tendencia moderada, que representaba a los intereses mantuanos. A lo más lejos que llegaban los más avanzados en esta tendencia era a plantearse la independencia del imperio español, pero sin cambiar el sistema social que aquí sustentaba su dominación.
En esta tendencia encontramos a los mantuanos que en 1810 planteaban sólo formar una Junta Protectora de los Derechos de Fernando VII, eran los mismos que se pusieron a la orden del Rey para defender la colonia de los intentos de Gual y España y de las expediciones de Miranda.
Miranda estaba a la izquierda de estos mantuanos, sin embargo, no terminaba de dar el salto revolucionario. Miranda, en una carta dirigida a Jhon Turnbull, fechada en 1798, afirma:
… “que tanto como deseo la libertad e independencia del nuevo mundo tanto más temo a la Anarquía y al Sistema Revolucionario”.
Temía Miranda que la Revolución de Haití caminara por toda la América. Y , según Carmen Bohórquez:
“El levantamiento de los esclavos en los Valles del Tuy y Barlovento se cuentan entre las razones que llevaron a Miranda a capitular”.
La experiencia histórica es clara. La Revolución de la Independencia mientras quiso ser moderada fue inviable, sólo fue posible cuando Bolívar dio el salto y fue a las últimas consecuencias, es decir, cuando comprendió que había que luchar contra el imperio opresor y el sistema que aquí lo representaba, por eso dirigió su prédica contra la columna principal que lo sustentaba, contra la esclavitud.
Hoy la Revolución Bolivariana tiene el mismo dilema: o avanzamos a sustituir el sistema capitalista, sustituyendo la hegemonía de la propiedad antisocial de los medios de producción, que permite la apropiación del trabajo ajeno, lo que viene a ser una forma sofisticada de esclavitud. Repetimos, o sustituimos este sistema capitalista equivalente a la esclavitud, por el Socialismo, o la Revolución es atrapada nuevamente por la moderación mantuana.
Bolívar no pudo fracturar la columna principal del sistema aquel, no pudo acabar con la esclavitud, y al final la oligarquía, la moderación mantuana lo confinó a San Pedro Alejandrino, tal como antes había enterrado a Miranda en La Carraca.
¡Sin Chávez no hay Socialismo y sin Socialismo no hay Chávez!

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