30.4.07

RECETA DE REVOLUCIÓN

Los ataques a una Revolución son variados, el enemigo usa numerosas armas unas sutiles y otras más ramplonas. A veces se disfraza de Teodoro, a veces de cabeza de motor, todos son útiles, todos tienen su momento. Así como da el golpe, prepara el magnicidio, o va al revocatorio, nada le da escrúpulo.

Cuando una Revolución se está consolidando, la oligarquía la enfrenta con su mejor arma, la que tiene más filo, la que mejor resultado le ha dado en su lucha mundial contra la Revolución. Veamos.

Se trata de la deformación teórica. La oligarquía sabe que la fortaleza de una Revolución es su ideología, una ideología débil, confusa, significa inevitablemente una Revolución derrotada. Hacia la ideología enfila su ponzoña.

En época de Revolución siempre aparecen los falsificadores teóricos, son como un batallón de zapadores, vienen de todas partes para construir sus humos distraccionistas.

Mal utilizan palabras aisladas de los próceres para apoyar sus campañas venenosas. Por ejemplo, la frase del Maestro Simón Rodríguez: “o inventamos o erramos”, que encierra una profunda enseñanza, ellos la presentan como una invitación a la improvisación teórica, como una licencia a negar todo el acervo de conocimiento del pasado, a ignorar a los grandes pensadores revolucionarios.

La complementan con otra de extraño origen: “no hay receta”. Esta patraña equivale a aquella del fin de la historia de Fukuyama. Porque negar “la receta” es negar la experiencia histórica, ignorar todo el pensamiento y toda la acción revolucionaria acumulada desde Espartaco, conceptualizada por Marx, enriquecida por Bolívar, Martí, el Che, Fabricio, Argimiro... Y al negar la historia, condenamos a los revolucionarios a comenzar siempre de cero, a ser huérfanos infinitos.

¡Sí hay receta! Veamos:

Primer ingrediente: sentir que este mundo capitalista es el camino del infierno.

Segundo ingrediente: sentir que se puede construir un mundo que lo sustituya.

Tercer ingrediente: sentir que el camino es restituir las relaciones amorosas perdidas.

Cuarto ingrediente: saber que las relaciones amorosas, tienen su soporte material en la propiedad social de los medios de producción.

Quinto ingrediente: agrúpese en una organización de vanguardia a los más concientes, a los más desprendidos, y désele la tarea de evangelizar al resto de la población, de ser vanguardia apostólica.

Sexto ingrediente: El internacionalismo. Hoy más que nunca cobra vigencia el mandato de Cristo: amaos los unos a los otros”, o la gran consigna de Marx: “proletarios del mundo uníos”.

Séptimo ingrediente: Sépase que la Revolución en sus primeras etapas es, necesariamente un “vanguardismo”: Fidel y los sobrevivientes de Alegría del Pío, los Ángeles del 4 de febrero.

La receta puede llevar otros ingredientes, pero lo que si es seguro es que ninguno de estos puede fallar, so pena de extraviar el camino.

Por supuesto, debe adecuarse a los días y lugares de su preparación. Hoy, a nadie se le ocurre salir a cazar un dinosaurio para hacerse un bistec, pero la esencia de su cocina es la misma.

¡Chávez es Socialismo!

No hay comentarios.: