1.6.07

EL ASALTO

La marcha de las sociedades está determinada por una mezcla de voluntad y de realidad, de espiritualidad y materialidad. Hay períodos en los que la voluntad prevalece, en otros somos llevados por la tolvanera de la materialidad desatada, pero siempre el camino es una mezcla de voluntad y erupción volcánica.
Las condiciones materiales pugnan por expresarse en la voluntad social, o mejor, la voluntad es siempre expresión de fuerzas que yacen en la realidad.
En Venezuela, la voluntad conductora del Comandante Chávez es expresión de fuerzas telúricas que desde el fondo de la historia pugnaban por expresarse, y encontraron en el Comandante su personificación, y en la marcha al Socialismo su cauce. Estos dos factores, voluntad y cauce, conforman una opción de rumbo social, la más poderosa, la más probable, la más deseable… pero no es la única.
Si la opción principal de rumbo social no consigue consolidarse, hegemonizar a las otras opciones, someter a las otras fuerzas y a las otras voluntades, entonces el rumbo de las sociedades cambiará: se establecerá otra hegemonía.
En Venezuela hay otras fuerzas y otras voluntades pugnando por la hegemonía, buscando imponer su rumbo. Ninguna de ellas debe ser subestimada. Veamos.
Las fuerzas y las voluntades que imponían el rumbo en el pasado, representadas hoy por Rosales y sus satélites, lucen débiles y caducas, pero cuentan con el imperio y sus lacayos en el continente, que son capaces de mover montañas.
La fuerza más peligrosa para el rumbo que hoy llevamos, es la que surge de las entrañas mismas del proceso, es la neoligarquía, la que acumuló capital en los últimos años, y su querencia no es el Socialismo, sino el capitalismo.
De la misma manera que el Comandante es personificación de Pueblo humilde y Socialismo, la neoligarquía es personificación de capitalismo. Así como la voluntad del Comandante es la expresión de fuerzas que pujan por el Socialismo, la voluntad de la neoligarquía es expresión de fuerzas que tienden hacia el capitalismo internacional.
Estamos entrando en un período de confrontación entre estas dos opciones: una, la de la conexión amorosa del Comandante con su Pueblo, la del rumbo al Socialismo, y la otra, la restauración neoligarca.
La neoligarquía prepara el asalto, ya no cabe en las estrechas aguas de la subordinación, ahora quiere dirigir, tenerlo todo, es voraz, insaciable, como su amo el capital. Busca alianzas y conciliaciones con la oligarquía tradicional, y ataca a Cuba para congraciarse con el imperio. El imperio es su aliado natural.
La primera etapa de su asalto es debilitar el rumbo al Socialismo, domesticarlo, hacerlo sensatez, remitirlo a un futuro lejano, privarlo del volcán que lo impulsa. De esta manera debilitan la conexión amorosa del Comandante con su Pueblo, la despojan de conciencia social y de base material, y al debilitarla propician las condiciones para su sustitución.
El asalto de la neoligarquía se derrota con Socialismo. Socialismo ya, y en exceso, esa es nuestra mejor arma.
¡Sin Chávez no hay Socialismo, y sin Socialismo no hay Chávez!

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