9.3.07

LA PLAZA Y EL TEJIDO SOCIAL

Al principio del siglo diecinueve, cuando Caracas tenía algunas decenas de miles de pobladores, una asamblea en la plaza constituía una representación directa de aquel número de habitantes.

Para 1945, cuando Caracas creció, esa misma reunión en la plaza caraqueña no constituía representación directa de la población, que ahora alcanzaba algunos centenares de miles.

Con el aumento de la población apareció un problema de participación de la ciudadanía: Ya la plaza no era eficaz, la población aumentó y se perdió la fascinación de la unión en la plaza pública. ¿Cómo hacer para que un país con gran número de habitantes fuese consultado?

La oligarquía propuso la democracia representativa, y su sistema de elecciones directas se nos presentó como el más “democrático” como el que proporcionaba la consulta y la participación más directa y mejor posible.

Sin embargo, este sistema es el más antidemocrático: reduce la participación social, al hecho aislado del voto individual, las campañas electorales son un ejercicio grosero de marketing que excluye a las minorías sin dinero, los medios de desinformación: la prensa, la radio y sobre todo la televisión, se constituyeron cada vez más en grandes manipuladores y electores.

Este sistema servía muy bien a los intereses oligarcas. La plaza donde la gente se veía la cara, vibraba, intercambiaba opiniones, se reía, lloraba junta, se cambió por la sociedad fragmentada, y reducida la voluntad social a la suma de las voluntades individuales aisladas, solitarias tras el bastidor de la mesa electoral.

La Revolución Bolivariana, tuvo necesidad de superar este sistema de consulta popular oligarca, que como vimos es un remedo de consulta.

Varias son las maneras propuestas para recuperar la consulta nacional que se perdió con el crecimiento de la población y la necesidad de los intereses oligarcas.

En la Venezuela de varias decenas de millones de habitantes, ya la asamblea en la plaza no es una representación válida más allá de la pequeña comunidad.

Ahora es necesario construir un poderoso tejido social, que organice para la participación y el protagonismo al numeroso Pueblo que hoy somos, un tejido social que integre a la sociedad y permita la participación directa de los ciudadanos.

Este tejido social, en lo administrativo, tiene un primer paso en los Consejos Comunales, que deben organizarse de manera que trasciendan lo local y se engranen en instancias parroquiales, regionales y nacionales.

De esta manera habrá comunicación directa, entre las pequeñas asambleas comunales, allí muy efectivas, y las instancias más amplias regionales y nacionales, donde la asamblea es ineficaz. Así la comunidad entra a formar parte del tejido social, se integra a la sociedad y participa en las decisiones en todas las instancias. Por medio de este tejido, que se repite en lo político, se puede consultar a la sociedad de manera directa y masiva, tendremos así el sistema de consulta y participación que corresponde a la democracia directa, protagónica, al Socialismo.

¡Sin el Comandante, no hay Socialismo!

¡Sin organización, no hay Socialismo!

¡Sin Socialismo no hay esperanzas!

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