Cuando se dice
que Venezuela es ejemplo de Revolución, de Socialismo para el mundo, mucha
gente se asombra, es incrédula. Algunos dogmáticos cuestionan la afirmación
apelando al poco desarrollo del proletariado y plantean que aquí se impone una
"revolución burguesa", una concertación que abra paso a escalones
superiores de organización social. Otros más sensatos aceptan el reto y luchan
por concretarlo.
Es necesario reflexionarnos, entendernos, ¿por qué
Venezuela? Para intentar dar respuesta a la interrogante debemos examinar los
mecanismos de la dominación. Veamos.
En los países del Norte encontramos unas clases
explotadas que al mismo tiempo son privilegiadas, con una dirigencia sindical
colonizada incapaz de ir más allá de un reivindicativismo anodino aceptado por
los capitalistas. Todo esto en un ambiente de inmensa manipulación psíquica que
ha sembrado los valores que sustentan al sistema capitalista. En el centro
del capitalismo la dominación es de tal magnitud, sus mecanismos son tan
eficaces, que hace prácticamente imposible el brote revolucionario. Allí, por
ahora, lo más lejos que llegan las masas es a indignarse, a "ocupar".
La Revolución se ha dado en países inesperados: en la
Rusia Zarista , país atrasado, en la Cuba rural, a noventa millas del imperio
más poderoso, en la China campesina de Mao. Un intento importante,
aleccionador, ocurrió en Chile. Vietnam aún llena de perplejidad al universo
político. Es así, el llamado tercer mundo ha sido la vanguardia revolucionaria
del siglo XX.
Esto es posible porque el imperio le ha impuesto como
destino a nuestros países ser proveedores de materia prima y mano de obra
esclava, así la manipulación psíquica aún no ha estrechado el cepo, todavía hay
holgura, grietas en las que puede surgir el hecho revolucionario.
El imperialismo capitalista se derrumba pero no por la
acción de una alternativa, sino por su misma lógica. Es como una maldición,
mientras más crece, mientras más acumula, más produce: ese "éxito" es
la señal de que se acerca a su sepultura. En esta fase terminal el capitalismo
es su propio sepulturero. Ahora bien, por la ausencia de alternativa, la
tragedia, la crisis del capitalismo, significa el toque de campanas mortuorias
para toda la humanidad. En estas condiciones el fin del capitalismo
significaría el fin de toda la humanidad.
Esta Revolución rompió la imperfecta dominación que
tenía como centro a las elecciones burguesas, pudo derrotarla en su propio
terreno con Chávez, y abrió la posibilidad de construir una alternativa al
capitalismo. Ya sabemos, el dilema que hoy enfrenta la humanidad amerita con
urgencia la construcción de una alternativa que sirva de ejemplo, que levante
la esperanza y la fe en que el hombre no es una pasión inútil, que la humanidad
tiene futuro.
En este reto, donde sin duda se decide la existencia
de la humanidad, es necesario movilizar la mejor inteligencia, las mejores
cualidades de los mejores hombres de buena voluntad. Tenemos la obligación de
ser ejemplo.
¡Con Chávez es con sus candidatos, lo demás es
traición!
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