"Lo peor de un
desertor a la revolución es que se traiciona a sí mismo. En él conviven la
melancolía del que fue y la vergüenza íntima en que se transformó, los dos
enemigos, los dos negándose. Su vida es un tormento que sólo se aplaca
hundiéndose cada vez más en el excremento de una existencia miserable". Este pensamiento del ensayista Baltazar
Meléndez explica el comportamiento de pablo medina.
Antes destacado discípulo
del gran Alfredo Maneiro, perteneciente a la más excelsa corriente libertaria,
de los que dieron su vida en las gloriosas luchas del sesenta, ahora mediocre
agente de lo peor de la reacción internacional. Merece lástima, vive junto a
Judas en el infierno de los traidores.
¿Qué hizo Pablo? Tiene
divergencias con la Revolución Bolivariana, con Chávez, es su potestad en
democracia. Hasta aquí una posición propia de un adversario. Pero el domingo 20
de enero aparece en la prensa un comunicado suyo, siempre bocón, anunciando la
conspiración, colocándolo en las filas de lo más repugnante de la
contrarrevolución.
Medina acusa a la noble
Cuba de haber invadido a Venezuela. Llama a desconocer al gobierno legítimo y
susurra insubordinación a la Fuerza Armada. Más allá de la posición personal,
el asunto debe analizarse en las intenciones de quienes mueven los hilos de la
despreciable marioneta. ¿Cuál es la intención de la descabellada acusación?
Veamos.
Ocurre la canallada en
momentos cuando Chávez lucha contra una terrible enfermedad, la reacción
internacional aprovecha con alevosía la situación para intentar un zarpazo. En
el primer paso de su plan desconocen al gobierno, a la legitimidad de la Vice
Presidencia de Maduro y del nombramiento de Jaua, desconocen al Tribunal
Supremo y a la Asamblea. Reviven así el decreto de carmona.
Ahora profundizan,
construyendo una alocada justificación para el golpe, ya no es la violación de
la Constitución, sino una "autoinvasión", nada menos que de los
cubanos, del faro de la solidaridad internacional, de nuestros hermanos probados
en mil circunstancias. Cuba, que ha "invadido" a cientos de países
con sus médicos, que "invadió" a Haití en los días del terremoto y
del cólera, Cuba con su brigada médica especial, la Henry Reeve para
"invadir" a pueblos en caso de tragedia, sin distingo de ideología,
como en el caso del huracán Katrina. La Cuba que hace años nos
"invadió" con el amor de los médicos de Barrio Adentro, de la Misión
Milagro, de la Misión Ribas, y que trajo una nueva "arma de destrucción
masiva" del analfabetismo, el Método Yo si Puedo.
Escogieron mal, Cuba es el
país menos adecuado para la acusación de invasión. Pero ¿por qué hacen la
imputación? ¿a quién se dirige? ¿qué pretenden? Sin duda buscan apoyo,
cómplices militares para la felonía, para la traición al pueblo, al Comandante,
a la Revolución. Ofenden a la inteligencia y la lealtad del pueblo uniformado,
desconocen su formación política y su ética, su condición de herederos del
Internacionalismo Bolivariano.
¡Con Chávez Siempre!
¡Viva Cuba hermana!
¡Me muero como viví!
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