A las FARC la hemos criticado. Creemos, por ejemplo, que la política de rehenes es supremamente equivocada. Sin embargo, para las FARC tenemos siempre una sonrisa de solidaridad.
Un movimiento nacido como respuesta de los humildes a la sangrienta guerra de la más sangrienta de las oligarquías del continente, debe levantar simpatías en todos los hombres de buena voluntad.
Comprendemos y apoyamos que el gobierno nuestro, por requerimientos tácticos de la geopolítica, tenga convivencia pacífica con el gobierno de la oligarquía colombiana. Pero no perdamos de vista que esa oligarquía amasa su fortuna con la sangre de millones de campesinos, de tumbas y masacres colectivas, de millones de desplazados, con la miseria de aquél pueblo despojado de su trabajo, sobre la alianza rastrera con el imperio, esa oligarquía son nuestros enemigos irreconciliables y estratégicos.
Las FARC, paridas de las entrañas del pueblo humilde colombiano, aun con sus errores inmensos, es el único movimiento de resistencia a esa oligarquía. Nos gustaría que fuese de otra manera, que tuviera otra aureola, pero son estas FARC las que existen, son la manifestación de resistencia más avanzada del pueblo colombiano.
Es deber de los revolucionarios del mundo ubicarse bien en esta contienda. No es del lado de Uribe ni de sus herederos donde debe estar el corazón de los honestos, nunca del lado de la oligarquía.
Siempre es difícil entender un conflicto en otras tierras. Un velo inmenso de desinformación nos separa de la realidad colombiana, grandes errores estratégicos empañan la comprensión de aquella guerra, pero siempre, a pesar de todo, las FARC tendrán de nosotros una sonrisa.
Las noticias que llegan, ya dijimos, de manera confusa, traen una brisa de rectificación. La entrega de rehenes es un paso que va más allá de lo táctico, parece ser, un cambio de rumbo estratégico, una nueva actitud frente al trato al enemigo, el humanismo revolucionario parece mejor entendido, toma las riendas de aquel movimiento.
La batalla es en el combate militar, pero principalmente en las ideas, esa batalla se está desarrollando en el interior de aquel proceso, en lo profundo de la selva, no hay dudas, de esa discusión depende el destino de aquel esfuerzo libertario. Todo indica que la idea humanista, la idea revolucionaria, se abre camino en el corazón de esos luchadores.
Los Revolucionarios acompañamos los pasos del conflicto colombiano, son nuestros hermanos los que allí luchan, los mismos que acompañaron a Bolívar en la Campaña Admirable, los mismos que lo acompañaron hasta los límites del continente, hasta el Perú. La lucha que ellos libran es la misma batalla que el Libertador dejó inconclusa.
Ellos responden a la proclama final de Bolívar, intentan decirle: “ya no abusan más de nuestra credulidad, ya no somos ignorantes, comprendemos. Padre, esta vez no fallaremos, no te fallaremos”…
Ojala triunfen en el difícil empeño de construirse movimiento humanista revolucionario, mientras tanto tendrán siempre de nuestra parte, por encima de cualquier riesgo, una sonrisa. Negársela sería negarnos a nosotros mismos.
¡Con Chávez Resteaos!
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