Dice un antiguo adagio de marineros, que el viento que hincha las velas decide el rumbo de la nave, la sentencia contiene la sabiduría del hombre de oficio.
Trasladando esa sentencia a la política de la Revolución, servirá para comprender los mares que navegamos. Los vientos del sistema burgués soplan fuertes nuestras velas de Revolución. Veamos.
El Congreso se mantiene apegado a la lógica del sistema burgués. Las interpelaciones, que siempre ganará la Revolución, dan la impresión de amigos que pelean, con puños de mentirilla, pero al final conviven, con diferencias menores, de matices, con la posibilidad y necesidad de colaboración. La masa, ausente.
El principal malestar social, la inseguridad, es confrontada principalmente en los números, y se invita a todos los sectores a conciliar su solución, es una discusión que han podido dar AD, COPEI y el MAS, perfectamente.
El viento capitalista nos cubre, damos la imagen de que ese sistema funciona, sólo falta un poquito de disposición de las partes, encontrar interlocutores en los diferentes bandos, un acuerdo nacional. Así, la Revolución se hace cada vez menos necesaria, no hay razones sagradas para luchar por ella, para buscarla como busca oxígeno el que se ahoga. Las diferencias sólo son de cantidad.
Ahora apareció el viento electoral burgués. Las encuestas para escoger candidatos abundan, brotan los precandidatos como aspirantes a reinados de belleza o pretendientes a un premio de farándula, al oscar.
Ya Luis Vicente León, “experto electoral”, aderezó el ambiente con sus indicaciones: confiesa con desfachatez que los candidatos oligarcas necesitan someterse a los grandes financistas, pero que debían ser más populares. Y propone un objetivo estratégico: demostrar que Chávez es bueno, como el arroz con pollo, pero debemos cambiar el menú. Una fórmula banal para decidir el destino de un país, similar a las usadas por la cuarta cuando se votaba guiado por supersticiones o por cábalas numéricas, recordemos que el gocho iba para el ochenta y ocho porque rimaba.
Es así, las elecciones volvieron con sus mecanismos de estupidización y sus financiamientos millonarios en dólares. No hay dudas, los vientos que hinchan las velas son los de la burguesía. Es indispensable avivar el fuego revolucionario, los vientos que nos llevan al Socialismo.
Si caemos en la trampa de la lógica burguesa, conformándonos con triunfos en ese markenting, si afrontamos las elecciones burguesas, comportándonos como una pieza más de ese sainete, si permitimos que los vientos revolucionarios se calmen, corremos el alto riesgo de perder las elecciones y la Revolución.
Es necesario demostrar la urgencia vital de sustituir el capitalismo y construir el Socialismo. Resaltar que la meta de la Revolución es establecer nuevas relaciones económicas que eliminen la infamia de unos pocos apropiándose de lo que es de todos, establecer relaciones fraternas entre los humanos empeñados, ahora sí, en una sola tarea: rescatar al humano de su condición de mercancía, salvar a la humanidad. Esas son razones por las que vale la pena luchar.
¡Con Chávez me Resteo!
2 comentarios:
MISCELÁNEA 5 (28-05-2006)
3. Ninguna Revolución puede ir más allá de la ideología que la sustenta.
4. Requerían filósofos, y la sumisión les produjo seguidores. Pretendían revolucionarios, y el ambiente les impuso políticos.
5. Una Revolución no puede construir algo diferente a la calidad de los revolucionarios que la impulsan, y esa calidad revolucionaria se mide por lo que ellos discuten, por cómo actúan, en definitiva, por los sentimientos que mueven su corazón.
[NOTA PRELIMINAR, NO PARA SU PUBLICACIÓN: Por favor anular mi comentario anterior]
MISCELÁNEA 5 (28-05-2006)
3. Ninguna Revolución puede ir más allá de la ideología que la sustenta.
4. Requerían filósofos, y la sumisión les produjo seguidores. Pretendían revolucionarios, y el ambiente les impuso políticos.
5. Una Revolución no puede construir algo diferente a la calidad de los revolucionarios que la impulsan, y esa calidad revolucionaria se mide por lo que ellos discuten, por cómo actúan, en definitiva, por los sentimientos que mueven su corazón.
ES DECIR:
"Si se llama Justo el juez pero no es justa la sentencia, no puede ser JUSTO el juez" (refranero popular).
"la existencia precede a la esencia" (Sartre).
ES DECIR:
Si se llaman revolucionarios pero no hacen la revolución, no son revolucionarios.
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