Pocas veces en la historia política nuestra, dos años han estado tan íntimamente relacionados como el 2011 y el 2012, quizás los años 1810 y el 1811 muestran un similar enlazamiento.
El 11-12 es uno de esos períodos definitorios en los que cada acción, cada decisión, por insignificante que parezca, tendrá repercusión importante sobre el rumbo social.
Esta fase es de aguda disputa del poder, de la hegemonía. La sociedad convulsionada busca un reacomodo en las relaciones sociales, en esta pugna sólo tienen oportunidades de triunfo las clases portadoras de proyectos de sociedad, proyectos que trasciendan los límites mezquinos de su clase, es decir, clases que tengan visión de la totalidad social.
Sin proyecto de sociedad, por más que una clase participe en la pugna por la hegemonía, siempre terminará a la cola de un proyecto ajeno. La historia ilustra esta afirmación.
En la Revolución de la Independencia participaron varias clases sociales. Temprano entendió el Libertador la necesidad de la intervención de esclavos, indios y pardos en la contienda, pero no fue capaz, no podía, no era tiempo, de construir un proyecto de sociedad propio de estas clases. El resultado fue el triunfo de los oligarcas criollos aliados a los neooligarcas, ellos eran los que tenían proyecto de sociedad, y por eso capacidad de disputar con los oligarcas peninsulares.
En nuestros días la situación es similar, la Revolución sólo tendrá oportunidad de éxito, de cumplir el sueño de Bolívar, si construye y hace viable un proyecto de sociedad alternativo al capitalismo y lo encarna en las clases desposeídas, las dirige, las dota de una nueva visión del mundo. En otras palabras, la Revolución sólo será posible si es radical, si corre los riesgos de ser una Revolución Cultural, un Gran Proyecto.
¿Cómo hacerlo?
La respuesta debemos buscarla en la historia, en la teoría revolucionaria universal. El Che en su El Socialismo y el Hombre en Cuba nos da una orientación útil. Dice el Che:
…“llegó la etapa de la lucha guerrillera. Esta se desarrolló en dos ambientes distintos: el pueblo, masa todavía dormida a quien había que movilizar y su vanguardia, la guerrilla, motor impulsor de la movilización, generador de conciencia revolucionaria y de entusiasmo combativo. Fue esta vanguardia el agente catalizador, el que creó las condiciones subjetivas necesarias para la victoria. También en ella, en el marco del proceso de proletarización de nuestro pensamiento, de la revolución que se operaba en nuestros hábitos”…
El párrafo encierra muchas claves de enseñanza. Veamos.
“Proceso de proletarización”, nos indica que la ideología revolucionaria, la proletaria, migra, no es privativa de una clase, en este caso es incorporada por los campesinos, a través de una “revolución que se operaba en nuestros hábitos, en nuestras mentes”… Y concluye: “La vanguardia que se proletariza crea las condiciones subjetivas necesarias para la victoria.”
He allí las claves para la consolidación del proyecto revolucionario en estos dos años: Conciencia, Vanguardia, Ideología. En resumen, proletarización de la Revolución, esa es la tarea.
¡Chávez es Garantía!
3 comentarios:
Esta buenisimo este grano de maíz. Saludo solidario y revolucionario desde San Cristóbal edo- Táchira
Los latinoamericanos tendemos al lenguaje poético y descuidamos el lenguaje operativo. El lenguaje poético es necesario, nos inspira y nos "mueve". Una vez que nos "movemos" lo hacemos, en el mejor de los casos, como las hormigas: tenemos un punto inicial y una meta pero nuestro desplazamiento es errático, con meandros y retrocesos. Esto no ocurriría si préstamos más atención al lenguaje práctico cuyo fin es aclarar tanto como sea posible el "cómo hacer" una vez que se haya decidido el "qué hacer".
En la cita del Ché ("en el marco del proceso de proletarización de nuestro pensamiento, de la revolución que se operaba en nuestros hábitos") se recalca mas la frase "Proceso de proletarización" que la frase "[a través de una] revolución que se operaba en nuestros hábitos, en nuestras mentes".
Esta ultima frase encierra el "como hacer".
Una cultura es "una estructura de hábitos sociales aprendidos" (E. B. Taylor: Primitive Culture, 1871). De este concepto resulta claro que una revolución socialista tiene como función práctica medular el "des-aprender" los hábitos capitalistas y "aprender" (de manera novedosa y creativa ya que es una revolución) los hábitos socialistas. En pocas palabras: Ir de la cultura capitalista a la cultura socialista es un proceso de aprendizaje.
Las teorías y los métodos del aprendizaje son múltiples, ... (¿continuará?, quizás..)
El estudio de las teorías y los métodos del aprendizaje, como todos los temas que tratan de procesos mentales puede resultar complejo y abstracto, incluso 'filosófico' en el mal sentido de la palabra. Pero desde el enfoque de lenguaje operativo podemos decir que (http://en.wikipedia.org/wiki/Learning):
"Aprendizaje es la adquisición, o modificación, de conocimientos, conductas, habilidades, valores o preferencias ... puede implicar la síntesis de diferentes tipos de información..."
"En los humanos el aprendizaje puede ocurrir como resultado de la educación, del desarrollo personal, o del entrenamiento. El proceso puede tener una meta específica y puede ser ayudado por motivaciones."
Con este concepto operativo de aprendizaje se comprende que:
"Los Revolucionarios agrupados forman un organismo que los trasciende. Este organismo, en virtud de la convivencia revolucionaria, de la nueva relación de crítica afectuosa, resume y resalta lo mejor de cada uno de sus miembros, y minimiza sus defectos.";
significa: "la agrupación y convivencia de revolucionarios facilita el aprendizaje de la revolución".
"Ese organismo, esa militancia, es la base para llevar el mensaje revolucionario. Su acción desde la nueva relación humana es un ejemplo que le confiere credibilidad a cualquier mensaje y a cualquier dato estadístico. El pueblo ve en esos militantes, en esos organismos, la prefiguración de la nueva sociedad, y la identifica como la buena nueva, la meta, la superación del egoísmo que nos impone el capitalismo." El pueblo aprende de los militantes revolucionarios, y estos del pueblo.
Ya lo dijo Fidel, supremo ejemplo de teórico y artesano: "el revolucionario hace la revolución, la revolución hace al revolucionario".
En resumen, considerar la revolución como un proceso de aprendizaje, y a cada revolucionario como sujeto y objeto del proceso, hace más fácil la definición, y la comprensión, de las tareas (a nivel personal, de partido o de cualquier agrupación).
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