La Revolución siempre es un asunto de conciencia, o mejor, la Revolución es un cambio radical en la conciencia de la sociedad, en los valores, en la psiquis, en la cultura. Sin ese cambio no hay Revolución, todos los cambios materiales quedan sin efecto, son atrapados por el viejo sistema.
Lo anterior adquiere carácter de dramatismo cuando hablamos de la superación del capitalismo, de la Revolución Socialista. Esta Revolución es un salto nunca experimentado por la humanidad, se trata de una transformación profunda, radical.
Al trascender el capitalismo se dejan atrás todos los sistemas basados en la explotación del hombre por el hombre, todos los sistemas egoístas, de esta manera la humanidad, según palabras de los clásicos, pasa de la prehistoria a la historia.
Significa la realización del humano, el encuentro del humano consigo.
Y este cambio requiere como ningún otro una alta dosis de conciencia, no es un simple cambio material, es el cambio más profundo, radical, que el espíritu humano ha experimentado.
Podríamos decir, que el espíritu vence definitivamente a la sociedad capitalista que ha transformado a la realidad, a la materialidad en mercancía. Así el hombre se reencuentra con lo que de humano tiene, y lo desarrolla a niveles nunca vistos. Oigamos a Fidel:
“Quizás lo más útil de nuestros modestos esfuerzos en la lucha por un mundo mejor será demostrar cuánto se puede hacer con tan poco, si todos los recursos humanos y materiales de la sociedad se ponen al servicio del pueblo.
Ni la naturaleza debe ser destruida, ni las podridas y despilfarradoras sociedades de consumo deben prevalecer. Hay un campo donde la producción de riqueza, puede ser infinita: el campo de los conocimientos, de la cultura y el arte en todas sus expresiones, incluida una esmerada educación ética, estética y solidaria; una vida espiritual plena, socialmente sana, mental y físicamente saludable, sin lo cual no podrá hablarse jamás de calidad de vida. ¿Acaso algo impide que podamos alcanzar tales objetivos?”
Fidel nos dice que la verdadera riqueza del humano está en los conocimientos, la cultura… en resumen, una vida espiritual plena.
Ese es el objetivo del Socialismo, la sociedad del “ser”, que se sobrepone a la sociedad del “tener”, donde el humano vale por lo que consigue atesorar a costa de apropiarse del esfuerzo ajeno.
Sólo a un pueblo que haya alcanzado altos niveles de esa espiritualidad, de esa solidaridad, de esa Conciencia del Deber Social, le está dado construir el Socialismo y defenderlo. Porque sólo un pueblo así comprenderá la importancia de la tarea, no la cambiará por prebendas materiales circunstanciales.
La Revolución Bolivariana tiene el inmenso reto de elevar en el pueblo esa conciencia y esa espiritualidad, sólo así podremos avanzar y enfrentar los obstáculos que la situación mundial sin duda nos presentará.
Todas las acciones de la Revolución deben tener como objetivo la elevación de la Conciencia del Deber Social. En esta batalla el principal instrumento educativo es el ejemplo y la verdad.
Lo anterior adquiere carácter de dramatismo cuando hablamos de la superación del capitalismo, de la Revolución Socialista. Esta Revolución es un salto nunca experimentado por la humanidad, se trata de una transformación profunda, radical.
Al trascender el capitalismo se dejan atrás todos los sistemas basados en la explotación del hombre por el hombre, todos los sistemas egoístas, de esta manera la humanidad, según palabras de los clásicos, pasa de la prehistoria a la historia.
Significa la realización del humano, el encuentro del humano consigo.
Y este cambio requiere como ningún otro una alta dosis de conciencia, no es un simple cambio material, es el cambio más profundo, radical, que el espíritu humano ha experimentado.
Podríamos decir, que el espíritu vence definitivamente a la sociedad capitalista que ha transformado a la realidad, a la materialidad en mercancía. Así el hombre se reencuentra con lo que de humano tiene, y lo desarrolla a niveles nunca vistos. Oigamos a Fidel:
“Quizás lo más útil de nuestros modestos esfuerzos en la lucha por un mundo mejor será demostrar cuánto se puede hacer con tan poco, si todos los recursos humanos y materiales de la sociedad se ponen al servicio del pueblo.
Ni la naturaleza debe ser destruida, ni las podridas y despilfarradoras sociedades de consumo deben prevalecer. Hay un campo donde la producción de riqueza, puede ser infinita: el campo de los conocimientos, de la cultura y el arte en todas sus expresiones, incluida una esmerada educación ética, estética y solidaria; una vida espiritual plena, socialmente sana, mental y físicamente saludable, sin lo cual no podrá hablarse jamás de calidad de vida. ¿Acaso algo impide que podamos alcanzar tales objetivos?”
Fidel nos dice que la verdadera riqueza del humano está en los conocimientos, la cultura… en resumen, una vida espiritual plena.
Ese es el objetivo del Socialismo, la sociedad del “ser”, que se sobrepone a la sociedad del “tener”, donde el humano vale por lo que consigue atesorar a costa de apropiarse del esfuerzo ajeno.
Sólo a un pueblo que haya alcanzado altos niveles de esa espiritualidad, de esa solidaridad, de esa Conciencia del Deber Social, le está dado construir el Socialismo y defenderlo. Porque sólo un pueblo así comprenderá la importancia de la tarea, no la cambiará por prebendas materiales circunstanciales.
La Revolución Bolivariana tiene el inmenso reto de elevar en el pueblo esa conciencia y esa espiritualidad, sólo así podremos avanzar y enfrentar los obstáculos que la situación mundial sin duda nos presentará.
Todas las acciones de la Revolución deben tener como objetivo la elevación de la Conciencia del Deber Social. En esta batalla el principal instrumento educativo es el ejemplo y la verdad.
¡Unidos con Chávez avanzaremos hacia el Socialismo!
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