Los obreros guiados por la ideología proletaria son condición indispensable para que un proceso se consolide en Revolución.
Esto es así porque sólo la clase obrera tiene una existencia que sustenta la esencia de la Revolución: la relación amorosa, la unidad, la fraternidad. Expliquemos.
La existencia de una clase está dada por su relación con el trabajo, porque el trabajo además de transformador de la naturaleza, es formador de la condición humana. Se puede definir al humano como la especie que trabaja, y podemos definir a un sistema y a una clase social de acuerdo a su relación con el trabajo.
En los sistemas sociales que precedieron al capitalismo, las clases eran de dos tipos: las que se apropiaban del trabajo ajeno, y las que trabajaban para esas clases apropiadoras del trabajo ajeno.
En el capitalismo esta situación se profundiza, es la culminación de los sistemas de rapiña.
Ahora bien, para que esta situación de depredación se pueda sostener, para que el fraude se justifique, debe ir entrelazado con una espiritualidad basada en el egoísmo, la competencia, la fragmentación social, una moral y una ética donde el lucro esté por encima de cualquier otro valor y legitime cualquier acción, una sociedad donde el pensamiento rector sea: “si me da lucro es aceptable”.
Esta conducta individualista, que emana de la existencia de las clases dominantes y que impregna a toda la sociedad, a las demás clases, ha conducido a la humanidad a los bordes de su autodestrucción.
La liberación de la humanidad, la esperanza, está en la Clase Obrera, que es la única clase que por su existencia puede sustentar una ideología de la fraternidad, del amor, de la cooperación. Ella es la única clase que trabaja en unión, que se gana la vida en comunidad.
Pero cuando la Clase Obrera es colonizada por la ideología burguesa, permanece atrapada dentro de la lógica del capitalismo, entonces sus luchas son reivindicativas, es decir, pugna en el mercado capitalista por vender, comerciar, la única mercancía que posee: la fuerza de trabajo.
Las leyes del mercado, la oferta y la demanda de la fuerza de trabajo presionan hacia el egoísmo y la dispersión. Allí la Clase Obrera es una clase competidora y esclava de las reglas del capitalismo, y su desunión, su egoísmo, una política capitalista.
Ahora bien, cuando la Clase Obrera se encuentra con su ideología, cuando comienza a actuar como clase liberadora, cuando se transforma en clase sepulturera del capitalismo y constructora del Socialismo, entonces la unidad, la fraternidad, el amor que emana de su existencia, toma cuenta de su acción, se transforma en política, en guía y meta de toda la sociedad.
En condiciones de batalla socialista es un deber de la Clase Obrera dar lecciones de unidad que derroten la espiritualidad egoísta.
La Unidad Obrera alrededor del objetivo socialista es una medida del nivel de conciencia revolucionaria de esa clase, de su espiritualidad, sin la cual no hay Socialismo, no hay liberación de la sociedad.
¡Chávez es Socialismo!
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