Cuando los
hombres hacen Revolución, es decir, cuando sus acciones cambian al mundo,
fundan, van de salto en salto, su existencia consume como en un torbellino los
ciclos del cambio, su vida se transforma en una vorágine, no hay lugar para la
parsimonia, la rutina estalla en la hermosa aventura de la ruptura de los
tiempos, no hay reposo, la fuerza surge de saberse constructor de la historia
de la humanidad, de tener el raro privilegio de que su esfuerzo haga a sus
semejantes más humanos.
Los tiempos de Revolución no son frecuentes, tardan
años, quizá siglos en presentarse, esperan la aparición de un hombre, de unos
hombres que encarnen el parto que reclaman las sociedades. En el momento que
aparecen toda la humanidad se estremece, los depauperados sienten que algo
diferente destella en el horizonte, una luz rompe la oscuridad que los
envolvía, la esperanza invade los corazones, la alegría de tener una razón para
vivir ocupa sus afanes, todo cambia, se yergue el humano.
Cuando Bolívar, en 1812, lanza aquella sentencia para
enfrentar a los curas coloniales: "Si la naturaleza se opone
lucharemos contra ella y haremos que nos obedezca", se
iniciaba el primer ciclo de una Revolución que aún no concluye. Cuando Zamora
grita en las sabanas de Barinas y de Villa de Cura: "Tierra, hombres
libres y horror a las oligarquías", estaba abriendo un ciclo más
hacia la realización del humano. Martí se dio perfectamente cuenta de estos
ciclos inconclusos y sentenció: “Lo que Bolívar no hizo, está todavía por
hacer en América”.
El "por ahora" de Chávez,
no es otra cosa que la continuidad de aquel grito fundacional del Libertador,
le daba infinitud a la pasión libertaria, iniciaba un nuevo ciclo hacia la
perfección humana.
De todo esto surge una pregunta, ¿cómo es la secuencia
de los ciclos históricos?, ¿cómo evitar que se detengan y sean capturados por
la quietud?
La clave está en la pasión, en el corazón que alberga
las razones sagradas por las cuales luchar, aquellas que mueven el espíritu.
Cuando un pueblo está henchido de pasión, cuando tiene razones por las cuales
luchar, es invencible, es capaz de hazañas monumentales.
Esta Revolución nuestra está destinada a no detenerse,
lo ha demostrado, en su corta edad ha superado difíciles ciclos: primero,
vencer a la ultraderecha y a la meritocracia, consolidarse. Después saldar la
inmensa deuda social, el bienestar material, allí se inscriben las misiones,
nacen los embriones del poder popular.
A partir del 7 de octubre entraremos en el ciclo del
fortalecimiento de los pilares espirituales de la Revolución , la atención debe
ubicarse en el establecimiento definitivo de las relaciones amorosas, toda la
estructura social, su organización, su economía, deben contribuir a estas
nuevas relaciones.
Chávez ha sabido conducirnos por las dificultades, es
y será el guía en este nuevo y hermoso ciclo que emprenderemos el 7, sus
cualidades humanas, su sentido religioso del hecho revolucionario, su
liderazgo, son garantía de que ahora también tendremos éxito.
¡Con Chávez Siempre!
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