Las señales que envía la naturaleza son claras: el desastre ecológico ya no es una posibilidad, es una realidad. De esto no hay dudas, lo que se discute es si el daño a la naturaleza es reversible, si la vida tiene salidas, o si ya estamos condenados.
Nosotros pensamos que aún hay tiempo, si superamos el capitalismo el hombre y la vida tendrán futuro. Esa es la condición previa a cualquier esperanza.
De lo anterior se desprende la responsabilidad de la Revolución Bolivariana, somos el último delirio de la especie, lo que aquí se decide es el futuro de la vida. Nos toca demostrar al mundo una nueva manera de vernos, nuevas relaciones entre los humanos, y de éstos con la naturaleza. No hay otro lugar en el planeta donde estén dadas las condiciones para este cambio cultural.
Sería imperdonable conformarnos con hacer un buen gobierno, es urgente cambiar las relaciones, dar un salto, crear una nueva cultura, una nueva civilización, construir el Socialismo Verdadero.
Pero sobre todo no podemos ni siquiera pensar en la caída de esta Revolución, que es la última trinchera de la lucha por la supervivencia de la especie.
Si el gobierno revolucionario fracasa, si cae la última trinchera, entonces vendrán los cultores del capitalismo, nos convertiremos en un país más del universo de la depredación del hombre y la naturaleza, seguiremos sus reglas, su lógica. Las esperanzas de fundar el nuevo mundo se desvanecerán.
La lógica del capitalismo que nos atrapará significa que caeremos de nuevo en manos de la mezquindad, volverán los días de los excluidos, la miseria se elevará y la inseguridad tomará tintes de guerra civil. La lucha de clases tendrá como escenario principal el choque del crimen organizado contra el aparato policial defensor de los burgueses. El grueso de la población padecerá entre esos dos fuegos.
Esto no es ficción, ocurre ya en muchos países, recordemos los sucesos en las favelas de Río y las mafias en México. El país empeorará y, sin esperanzas, la tendencia será a más calamidades.
Pero el mayor daño será la pérdida de la oportunidad de construir la sociedad ejemplo, la sociedad socialista. Así la humanidad seguirá su camino a la destrucción, la naturaleza agredida, descontrolada, continuará su deterioro, las condiciones para la vida seguirán desapareciendo.
Está claro, la responsabilidad nuestra es grande. El gobierno y los dirigentes deben, tienen que mostrar a la masa la gravedad del momento, el deber sagrado de proteger esta última trinchera, el último delirio. No hay razón, no hay causa que justifique la pérdida de la esperanza que es la Revolución Bolivariana.
Debemos defender la Revolución en las elecciones y en el terreno que sea: de las conspiraciones oligarcas, de todas las manifestaciones que la debiliten.
Hay que defenderla como quien defiende el oxígeno, el sol, las flores, el canto de los pájaros, los amaneceres, el cielo limpio, la sonrisa de los niños, el mar azul, la poesía, el amor… la existencia… la vida. Esto es lo que se está decidiendo.
¡Con Chávez Resteaos!
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