Está dicho: “una Revolución no puede ir más allá de la ideología que la sustenta”. La intuición, el olfato, pueden ser soportes de un proceso en sus primeras etapas, pero si la teoría falla, esa Revolución será inevitablemente atrapada por el capitalismo. Una Revolución tiene derecho a licencia teórica, pero esa holgura es pequeña. Podemos decir que, en última instancia, la fuerza de una Revolución estará dada por la robustez de su teoría.
La Revolución Bolivariana entra en necesidad de afinar su teoría, de no hacerlo el rumbo se tornará errático, nos faltará la idea conductora.
El pueblo reclama esa teoría que lo guíe en el turbulento mar donde navegamos, cruzados por las manipulaciones de la derecha imperial, los extravíos pequeño burgueses y los errores de los despreciadores de la teoría, que se conforman con las apariencias y el sentido común adquirido en su pequeño entorno. Aquí cabe recordar las palabras de Martí: “Cree el aldeano vanidoso que el mundo entero es su aldea, y con tal que él quede de alcalde, o le mortifique al rival que le quitó la novia, o le crezcan en la alcancía los ahorros, ya da por bueno el orden universal, sin saber de los gigantes que llevan siete leguas en las botas y le pueden poner la bota encima”…
Es hora de desechar los cretinismos que nos alejan de la necesaria construcción teórica, de vencer, de una vez por todas, la patraña castrante que sustentó al populismo de la cuarta república, simbolizada en el “juan bimba” que consideraba la ignorancia una virtud, el estudio como un desperdicio y la inteligencia una maldición.
Es hora del rigor, de la reflexión, de aprender de los que han aprendido, para poder entender y traducir nuestra realidad, de aquí y de ahora. Es momento de participar, sin complejos ni subterfugios, del torrente de conocimientos que es la historia nuestra, pero también la historia universal y la historia del pensamiento revolucionario.
La victoria acompañará a los pueblos que estudian, se culturizan, reflexionan y derrotan la ignorancia que les impone el capitalismo. La victoria sólo acompañará a los pueblos que prestigian la lectura, la escritura y el pensamiento como unas de las actividades prácticas más importantes.
De allí que el estudio, la formación, la elaboración teórica deben ser fundamentales pilares para el triunfo del 2012. Un pueblo culto es un pueblo que puede identificar las manipulaciones de los oligarburgueses, derrotar las deformaciones de los medios de nocomunicación, identificar las argucias que levantan contra la Revolución, y es un pueblo que puede tomar las decisiones correctas en los momentos correctos.
Es necesario derrotar los extravíos que han obstaculizado el estudio y la reflexión, que desprecian y han transformado en un mero trámite, en una formalidad sin resultado.
Debemos recordar la advertencia del Libertador: “La esclavitud es hija de las tinieblas”. “Un pueblo ignorante es instrumento ciego de su propia destrucción”… “Por la ignorancia nos han dominado más que por la fuerza”
¡Chávez es Garantía!
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