El capitalismo se sostiene en la idea de que todos podemos llegar a ser como Bill Gates, exitosos, y si no lo somos es por flojos, poco inteligentes, por pendejos, y también faltos de suerte.
La medida del éxito es la capacidad de consumo. No se concibe un exitoso sin consumo ostentoso.
La treta es muy eficaz: implanta dentro de cada individuo la necesidad de correr hacia el éxito, porque esa es la solución a los problemas, y de no conseguirlo, como sucede en todos los casos (porque siempre hay un escalón arriba, uno más rico), entonces viene la frustración, la búsqueda del culpable, que nunca será el sistema capitalista.
La treta es muy eficaz: implanta dentro de cada individuo la necesidad de correr hacia el éxito, porque esa es la solución a los problemas, y de no conseguirlo, como sucede en todos los casos (porque siempre hay un escalón arriba, uno más rico), entonces viene la frustración, la búsqueda del culpable, que nunca será el sistema capitalista.
Por ese camino, con ese esquema de vida, el capitalismo llenó al planeta de capitalistas realmente existentes, y de capitalistas frustrados que nunca llegarán a serlo. Pero la meta es la misma: la vida estilo norteamericano exitoso, como el que aparece en las películas.
Con los mismos mecanismos psíquicos y argumentos, con la misma vehemencia que los millonarios oligarburgueses defienden sus intereses y su sistema, los pobres de solemnidad defienden esos mismos intereses y ese mismo sistema. Esa es la magia y la paradoja de la dominación, hacer que los desposeídos defiendan al sistema y a los apropiadores.
En el mundo de la competencia, en esa selva, está oculto el “tesoro del sueño americano”. Pronto los buscadores se dan cuenta que participan en una guerra de todos contra todos, donde no hay cuartel. Y así, la búsqueda de la “vida de película y novela” fragmenta a la sociedad y nos transforma en esta humanidad de náufragos, guerreros de la infelicidad, constructores y protectores de nuestra propia opresión.
Para liberar a un pueblo esclavizado por su propia conducta, hay que hacerle ver que sólo en sociedad podrá encontrar, construir, un mundo donde sus problemas individuales tengan solución, hacerle sentir que su vida cotidiana, sus dificultades de todos los días, tienen como causa, no al inmediato entorno, sino a la fragmentación de la sociedad, al sistema capitalista.
Cuando el individuo sea capaz de conectar un problema de su vida, digamos, la posibilidad de estudiar, o más adentro del alma, las ganas de estudiar, o la capacidad de estudiar, cuando sea capaz de conectar ese problema con el sistema capitalista que lo estafa, cuando comprenda que no hay salida individual, que la solución es en sociedad, en ese instante se abre el sendero de la Revolución, de la redención de los individuos y de los pueblos.
Cuando el individuo entienda que el Socialismo lo rescata de la vida miserable material y espiritual, que abre la posibilidad del desarrollo de sus mejores cualidades de humano, le devuelve el sosiego de saberse querido y protegido por la Sociedad, que en cada esquina surgirá un hermano. Cuando eso se entienda y se sienta, se abrirán las puertas del cielo, volveremos a ser humanos, que es una manera de nombrar a los ángeles ¡Ese será el asalto del cielo!
¡Chávez es Garantía!
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