Si existiera un tribunal de la naturaleza, la primera convocada al banquillo de los acusados sería La Humanidad. Las acusaciones serían terribles, los acusadores serían el resto de la vida en el planeta. Estaríamos en un verdadero problema.
Es posible que ese tribunal exista, la vida a sus diferentes niveles tiene mecanismos de seguridad: el cuerpo de un animal tiene mecanismos para rechazar una espina en un pie, o para combatir los virus de la gripe. Entonces, qué de raro tendría que la naturaleza, la vida planetaria en general tenga sus mecanismos para salir de especies asesinas.
Nosotros creemos que ese tribunal existe y ya nos está juzgando, quizá ya nos juzgó, y dictó la pena, quizá el desequilibrio climático que nos acosa es ya ese veredicto.
¿Qué puede decir la especie en su descargo, cómo puede defenderse, quién está llamado a ser su abogado defensor?
La especie, La Humanidad tiene que defenderse a sí misma. Y rápido, la condena está corriendo, ya no queda tiempo.
¿Quién puede ocupar el estrado de defensa de La Humanidad, quien tiene las credenciales para abogar por ella?
Debe ser alguien que tenga una propuesta de readaptación a la armonía con el ambiente, que detenga el asesinato de la naturaleza. La sentencia sólo se puede detener en la práctica, resarciendo el daño. ¿Quién está libre de pecados?
Sólo se encuentran esperanzas y promesas, todos nos comportamos como si la vida transcurriese de manera plácida, como si aún habitáramos el Edén.
Lo más lejos que llegan los mejores, los más sensatos, es a denunciar el crimen, a darse golpes de pecho, las medidas son nulas. Seguimos contaminando, desapareciendo bosques, contaminando mares, desapareciendo glaciares, y extinguiendo especies animales y vegetales.
El clima desbocado produce sequías y simultáneamente inundaciones, nieva en verano. Terremotos, huracanes. La sentencia de la naturaleza continúa, espera una señal de la Humanidad.
Nosotros podemos, estamos llamados a ser esa respuesta, debemos demostrar, en la práctica, que formamos parte del lado sano de la Humanidad, que tenemos condiciones para cambiar, para ser ejemplo.
Es importante que salgamos del pantano inmediatista, que no nos perdamos en la lógica que hunde a la especie. Si no cambiamos nuestra manera de vivir, de consumir, de relacionarnos entre nosotros, y con la naturaleza, entonces, la sentencia se hará irrevocable, y ya nada importará.
Ese es el reto, todos debemos tomarlo en cuenta, y es triste pero debemos decirlo, reconocerlo, hasta ahora estamos lejos de la altura requerida por las circunstancias mundiales. Como sociedad somos incapaces del menor sacrificio, no hemos conseguido ni siquiera racionalizar el consumo de nada, ni de gasolina, ni de electricidad.
La lógica perversa de elecciones que exigen contentamientos inmediatos, nos atrapa, nos impide exigir a la sociedad, ésta se comporta como un niño malcriado que si no se complace en todo, al menor disgusto se tira al suelo a patalear.
Romper esa lógica es el reto. En eso nos va la vida.
¡Chávez es Socialismo!
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