El desfile en conmemoración del 19 de Abril produjo una cantidad de arrebatos por parte de la oposición, opiniones cretinas abundaron. El hecho llama a reflexión.
Lo primero es la evidencia de una oposición enceguecida por el odio, y por lo tanto, imposibilitada para pensar con claridad, con brillantez, incapacitada para establecer la mínima convivencia, sólo está apta para la crueldad… Es preludio claro de épocas fascistas.
Ya nadie tiene esperanzas en el “espíritu democrático” de esa gente, cada día nos convencen más de las tropelías que preparan. Con cualquier excusa atacan a Chávez y a la Revolución , en ese desespero recorren los caminos de la estupidez.
Ahora bien, la trivialización del discurso no es algo casual, es un requisito para las acciones que ellos desarrollarán. Veamos.
Acostumbrando a su base a razonamientos cretinizantes, como ese de que Chávez es culpable de la sequía, o que los bombillos tienen cámaras de televisión, conseguirán que esa masa acepte cualquier disparate, cualquier crueldad, cualquier justificación por inverosímil que sea. Los medios reafirman la maniobra, sembrando miedo, pánico, para terminar de aplastar la capacidad de razonamiento.
Está comprobado: a la oligarquía le interesa trivializar el discurso y así aplastar la capacidad de razonamiento, esa es su fuerza. Ya lo decía El Libertador: “por la ignorancia nos han dominado más que por la fuerza”. La historia está llena de estas manipulaciones, los nazis sentaron precedentes macabros.
A las Revoluciones, al contrario, les interesa la cultura, el cultivo del intelecto, la información, elevar la capacidad de razonamiento y de análisis. “Moral y Luces”, formación. Su fuerza reside en la participación conciente de la masa actuante.
La Revolución debe tener mucho cuidado, estar alerta con el peligro de la trivialización del discurso: cada palabra debe tener respaldo, cada argumento debe tener rigor. Todo concepto debe ser sólido.
La muela, la pirotecnia verbal, la estampida lingual, la palabra suelta desligada del cerebro, el hablar por hablar, las justificaciones incongruentes, todos son vicios que hacen mucho daño y deben ser combatidos con fuerza.
Es imprescindible que la Revolución se eduque, se prepare, escoja los temas que discute, y profundice la manera de abordarlos. Es necesaria una guerra contra la trivialización del discurso. Se puede decir que una Revolución tendrá la grandeza de sus discusiones, de los temas que la ocupan.
La educación del pueblo, del partido, debe ser principal preocupación de todos. Estudiar para resolver los problemas estratégicos de la Revolución , aprender a ubicarlos en su movimiento histórico, conocer sus orígenes, relacionarlos con los demás aspectos de la vida.
Fuerte es la tentación de movernos en la lógica oligarca, de caer en la banalización de la vida, propia del capitalismo, en conformarnos con pequeños triunfos que no rompen el cerco capitalista. Es cómodo pelear en terreno conocido, pero allí no conseguiremos el avance de la Revolución. Contra esa posibilidad debemos luchar, y no hay otra manera que fortaleciendo la educación revolucionaria, dándole contenido al discurso.
¡Chávez es Socialismo!
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