Había una vez una institución que necesitaba saber cuantos granos de arena contenía una playa. La información se usaría en la propaganda turística. Las altas autoridades encomendaron la misión a cuatro funcionarios.
El primero, muy hacendoso, se trasladó de inmediato a la playa, se tiró al suelo y comenzó, con la ayuda de una lupa, a contar granito, por granito. En ese menester anda. Esta es la actitud del pragmático.
El segundo, se fue para su oficina y desde allí imaginó la playa, elaboró poemas, escribió tesis sobre la relación anfibológica del sexo de los ángeles y el sexo de los granitos, dictó conferencias, participó en congresos, fue jurado en eventos, todo relacionado con la arena, se convirtió en arenólogo. Ahora está tan ocupado con estas actividades que le queda poco tiempo para contar los granitos. Este es el modo del intelectual idealista.
El tercero, nombró una comisión encargada de elaborar un proyecto para contar los granos con la mayor eficiencia posible. Esta comisión pidió oficinas para desplegar sus planos y diseñar equipos de medición de granos, solicitó las consabidas lap top y los infaltables teléfonos celulares. Después luchó para que a la comisión la pasaran a Dirección, luego a Gerencia, lo último que se supo es que plantean su pase a Ministerio. Estamos esperando que tengan tiempo para contar los granitos, ellos dicen que no pueden arrancar hasta que se defina en el alto gobierno a cuál ministerio estarán adscritos. Este es el esplendor burocrático.
El cuarto, fue a la playa, contó los granos que caben en un milímetro cúbico, calculó con ayuda de la matemática el volumen total de la playa, multiplicó una cosa por la otra, y obtuvo, con un tolerable error, el número de granitos. Hizo un informe de una página y pidió otra tarea. Este es el camino revolucionario-científico.
La historia es útil. Viéndonos reflejados en estos ejemplos, comprenderemos mejor nuestra labor y diagnosticaremos las desviaciones en el trabajo. Repasemos las posturas.
Pragmáticos, son los que piensan que el conocimiento sólo se adquiere en la práctica, no son capaces de resolver estrategias, sólo tareas muy simples. Desprecian la teoría, esa es su desgracia.
Los idealistas, desechan la realidad y ven como única fuente de conocimiento al intelecto. No resuelven problemas reales, son fatuos.
Los burócratas, les interesa sólo la forma, nunca el contenido, el trámite es lo fundamental, las consecuencias no importan.
El científico revolucionario, busca el conocimiento en una sabia combinación de la práctica con la teoría. Sabe que el conocimiento práctico sin el complemento de la teoría es inútil, por eso, prestigia la lectura y el pensamiento tanto como ir a la realidad.
Criticar es Amar
José Martí
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