Se discuten hoy en Venezuela las formas de propiedad de los medios de producción. La oligarquía capitalista, oportunista con las condiciones políticas, propone formas de propiedad nosocial encubiertas, que son en esencia formas capitalistas, nos presentan así la cogestión, la propiedad colectiva privada, las empresas de producción social, etc.
Estas formas tienen mucho auge en nuestra Revolución, en ellas se invierten recursos y esperanzas, por eso es saludable pensar hacia dónde nos llevan, cuál es la evolución natural de esas formas de propiedad, cómo influyen en la marcha hacia el Socialismo. Veamos.
Previamente recordemos dos conceptos básicos:
Primero: “como una sociedad se relacione con el trabajo, así se relacionarán sus miembros entre sí”.
En una sociedad donde la hegemonía de la propiedad de los medios de producción (la que determina la conciencia) sea la propiedad nosocial, los hombres se relacionarán con el trabajo en una relación de compra-venta: unos hombres comprarán el trabajo, el tiempo, la vida de otros hombres. En otras palabras, los hombres son mercancías que se venden en el mercado, esa es su relación con el trabajo. En consecuencia se relacionarán entre ellos como se relaciona cualquier mercancía, como competidores, se relacionarán de forma egoísta.
En resumen, una sociedad donde la propiedad hegemónica (la que determina la conciencia) sea la propiedad nosocial, producirá una relación mercantil con el trabajo y una relación egoísta entre sus miembros.
Segundo: Un sistema de propiedad, en este caso la propiedad nosocial, producirá una espiritualidad que lo reproduzca y lo perpetúe. Y esta espiritualidad será más arraigada en tanto más tiempo tenga de permanencia el sistema en cuestión, y aquí vale la pena recordar que la duración del sistema de propiedad nosocial se mide por milenios.
De todo esto es fácil deducir que la Revolución, el camino al Socialismo, se enfrenta con una espiritualidad que tiene un arraigo fortísimo, milenario, por tanto, debemos hacer un fortísimo esfuerzo material y espiritual para sustituirla.
Es fácil deducir también que una concesión al capitalismo, por pequeña que sea, se traduce en una debilidad profunda de la Revolución, es decir, la marcha hacia el Socialismo debe ser enérgica, muy firme. No dar ninguna concesión a las formas nosociales, y entender la convivencia con ellas como una necesidad transitoria, nunca como un modelo.
Es fácil concluir que las formas nosociales de propiedad de los medios de producción que hoy establezcamos, nos conducirán al debilitamiento de la espiritualidad socialista, y por tanto al alejamiento de su posibilidad.
Reafirmemos, siguiendo el pensamiento del Che, que en un régimen híbrido donde se promuevan formas de propiedad nosociales, que conviven junto a formas de propiedad social de los medios de producción, serán las formas nosociales las que terminarán imponiendo su lógica, derrotando al Socialismo.
La Revolución tiene que ser un huracán que arrase la espiritualidad y la materialidad capitalista, los suaves vientos alisios nunca harán Revolución.
¡El Socialismo se construye con Socialismo!
¡Chávez es Socialismo!
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