La oligarquía
ataca a nuestro candidato argumentando que no está capacitado para gobernar
porque no estudió en el sistema educativo tradicional. La acusación tiene
varias consideraciones. Veamos.
El estudio es
necesario para cualquier actividad, el conocimiento es histórico: aprendemos
sobre lo ya aprendido por otras generaciones, y sobre ese aprendizaje heredado
se produce lo nuevo.
Es verdad que no
existen "saberes espontáneos", científicos que broten como hongos ni
intelectuales sin esfuerzo. Pero no sólo se puede estudiar en el sistema
educativo tradicional, que dicho sea de paso es nuevo en la historia humana.
Bolívar no estudio allí, tampoco Simón Rodríguez, ni Sucre. Existen, y han
existido, otras maneras de estudiar, de formarse humano y dirigente. Por
ejemplo, Alejandro Magno gobernó medio mundo y se educó con sólo un maestro…
Aristóteles.
El mayor
conocimiento, y más en política, en Revolución, surge de la práctica dirigida
por la teoría. Se podría parafrasear al clásico y decir: "sin práctica
revolucionaria no hay conocimiento revolucionario". De allí lo errático de
los académicos cuando bajan a la práctica política, porque sólo la práctica
dirigida por la teoría, de ella alimentándose y a ella nutriendo, es capaz de
cambiar la realidad y, simultáneamente, cambiar al hombre, construir mundos y
edificar al humano.
Entonces, ¿está
Nicolás preparado para gobernarnos, para dirigir a la Revolución ? La respuesta
es un rotundo ¡Sí!
Nicolás tiene la
mayor parte de su vida en el trabajo por el bien común, el
prójimo ha sido su preocupación fundamental. Se forjó humano en las filas de
los movimientos revolucionarios más altruistas de su época, se talló hombre
en la lucha por un mundo mejor. Ese sueño corre por su sangre desde la
juventud.
La militancia
política fue el cauce de esa inquietud, el trabajo al lado de los obreros
fue cincel que modeló su alma. Es uno de los hombres que tuvo el
privilegio de compartir vida, sueños y luchas con el gran maestro
revolucionario que ha parido esta tierra desde los días del Libertador y
que ha llevado al Socialismo a cotas de realización nunca antes conocidas.
Nicolás,
discípulo privilegiado de Chávez, de ese Quijote empeñado en las causas nobles
que dicta el amor, aprendió a su lado a cabalgar sobre Rocinante en busca de
estrellas, a volar en unicornio tras la utopía, a arar en el mar y obtener
frutos, a navegar en el mar de los libertadores, abandonar el puerto seguro de
los mediocres y lanzarse en la hermosa aventura de fundar mundos. Esa es la
principal enseñanza para un revolucionario, y Nicolás la aprendió del mejor.
Son muchos años
estudiando en esa Academia, en el ejercicio de gobierno al lado de un maestro,
intensos años con el privilegio de verlo de cerca actuar, acertar o equivocarse
sin perder el rumbo, son muchos años de vivir y de gobernar guiados por el
amor.
No hay dudas,
Chávez nos dejó en buenas manos con Nicolás. Sabía lo que hacía.
¡Con Chávez es con Nicolás!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario