Hay momentos en
la historia en que se decide la ruta de un siglo. Ya no es posible permanecer,
se agota la manera de vivir, es necesario moverse. La puja es por iluminar un
destino. La ruta depende en gran medida de las condiciones materiales, pero lo
definitivo es la conducta de los humanos. Entonces, se hace evidente el axioma
de que es el hombre el que hace su historia.
Vivimos uno de
esos momentos. Ahora es posible avanzar en la Revolución , elevarnos a etapas
superiores de cambio, o retroceder a las tinieblas de la represión, de la
barbarie. Es vana ilusión pensar que hay otra ruta. Cuando un pueblo despierta
y en Revolución intenta fundar un nuevo mundo, sólo tiene dos alternativas:
avanza o es atrapado por la crueldad capitalista que intenta condenar al
olvido, tapiar con el terror, la rebeldía de los desposeídos.
Venezuela hoy es
un laboratorio social que muestra el comportamiento de las diferentes clases.
En el futuro se escribirán libros sobre el papel de cada una de ellas en la
construcción de nuestro futuro, cualquiera que éste sea. Será tiempo de
repartir las culpas y los elogios, el mundo aprenderá de nuestra experiencia,
seremos ejemplo de lo malo y de lo bueno. Es así, somos una sociedad que hace
historia, esa es nuestra responsabilidad. Lo que aquí pase influirá en el
mundo.
En este paisaje, ¿cuál
es el comportamiento de la clase obrera?
Encontramos dos
actitudes: una, los que no tienen visión del momento histórico, o
mejor, de la oportunidad histórica, y se resisten a abandonar los apacibles
refugios del economicismo. Repiten la misma actitud desde hace siglos, piden
aumento, reclaman alguna reivindicación menor, no ponen en peligro al sistema
que los explota, al contrario, le dan un "cheque en blanco", la
garantía de que sus luchas no pasarán de lo permitido, todo dentro de sus leyes
burguesas.
El economicismo,
obvio que los lleva a una práctica reaccionaria: son capaces de manifestar, a
pocas horas de decidirse el futuro de la Revolución , de la oportunidad
socialista, reclamando una mezquina reivindicación material.
Frente a esta
distorsión de la conciencia obrera encontramos el afianzamiento de la
conciencia del momento histórico, el encuentro de la clase obrera con su papel
a la hora del cambio. Se resume esta posición en la defensa del Socialismo, en
el dar un "cheque en blanco" a esa posibilidad, en el restearse con
Nicolás, que es lo mismo que restearse con Chávez. En el saber que la mayor
reivindicación obrera es el Socialismo, que el control social supera al control
obrero, que no es posible liberación obrera sin liberación social. Es
tener sentido del momento histórico, saber que estamos frente a una amenaza a
la Patria , que el imperio quiere volver y eso significa condenar a la clase
obrera, a la sociedad, a la miseria permanente, sin esperanza. Es saber que la
esperanza debe vivir.
¡Con Chávez es con Maduro!
¡Siglos de economicismo ya bastan, ahora vamos por el
Socialismo!
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