Una Revolución
es hija de la turbulencia. Contiene un descomunal aumento de la sensibilidad
social. En esas condiciones las sociedades se mueven llevadas por huracanes y
torbellinos, sólo controladas, conducidas a medias, por el núcleo
revolucionario. Entonces los cambios producen consecuencias profundas y casi
inmediatas.
Si el núcleo falla, si vacila un instante, la sociedad
toma caminos impredecibles, son rumbos que Gramsci llamó los monstruos.
Esta sensibilidad social aumentada es terreno fértil
para el cambio: lo viejo fue superado, ya no volverá, por lo menos no de la
misma forma, pero todavía no se sabe qué lo sustituirá. El rumbo es determinado
por los pasos.
El núcleo revolucionario que tomó la conducción del
potro desbocado en que se transforma una sociedad en Revolución, debe volver a
ganar con cada gesto, con cada acción, la conducción del difícil proceso
social.
Es imprescindible que conserve la credibilidad, la
creencia del pueblo de que es el mejor conductor, que es la superación del
pasado.
De allí que es indispensable que proponga lo nuevo,
actúe como lo nuevo, y combata, deseche lo viejo. En ese empeño cometerá
errores, eso lo perdonan los pueblos. Lo que los pueblos no indultan en
períodos de turbulencia revolucionaria es la incoherencia entre el discurso y
la práctica.
En períodos revolucionarios las masas sensibles
reaccionan de manera casi inmediata a los discursos, y a los cambios en la
realidad. La historia está llena de ejemplos dramáticos. Veamos.
En la Unión Soviética se implantó un sistema económico
llamado Cálculo Económico, su historia la conocemos: fue calificado por el Che
como el error de usar las armas melladas del capitalismo para construir el
Socialismo. Las consecuencias fueron fatales.
Ese mismo Cálculo Económico, cuando fue aplicado en la
Cuba de la Revolución temprana, trajo como consecuencia un relajamiento de la
moral revolucionaria, hasta tal punto que llevó a la dirección a decretar un “período
de rectificación de errores y tendencias negativas.”
En contraste, cuando en Cuba se aplicó el método del
Che, llamado Sistema Presupuestario de Financiamiento, soportó
rápidamente un alto nivel de Conciencia del Deber Social, que sin duda, hizo
posible que aquel país superara los difíciles momentos del derrumbe de la Unión
Soviética , y de la fuerte contracción que eso significó para su economía.
Fidel refiriéndose a las ideas del Che dice:
“Tenemos suficiente experiencia para saber cómo hacer las cosas, y en
las ideas del Che, en el pensamiento del Che hay principios valiosísimos, de un
valor humano inmenso, que rebasan simplemente ese marco que muchos puedan tener
de la imagen del Che como un hombre valiente, heroico, puro, (…) sino del Che
como revolucionario, del Che como pensador…”
Está claro: en tiempos de Revolución el discurso y la
realidad deben tener coherencia.
El impulso del capitalismo que hoy se hace desde el
campo revolucionario tendrá consecuencias dramáticas en el comportamiento de la
base bolivariana.
La Revolución debe reimpulsar el Socialismo, única manera
de elevar la indispensable Conciencia del Deber Social. Aprendamos de la
historia, salvemos la esperanza.
¡Con Chávez es con sus candidatos, lo demás
es traición!
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